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El Frente se resiste a dar la competencia

La única estrategia que tiene el supuesto Frente es la de retener posiciones por meros intereses personales. No se ve, ni en los partidos ni en la campaña presidencial, un compromiso por el país.
mar 06 febrero 2024 11:14 AM
senado
A pesar de que hoy por hoy la contienda real debe ser el Poder Legislativo, es difícil entender por qué nadie (...) ha hablado del craso error que hicieron las dirigencias del PRI y el PAN con el convenio de coalición para las candidaturas al Senado, apunta Don Porfirio Salinas.

La estrategia del llamado Frente parece ser la de restarse competitividad cada día que pasa del proceso electoral que estamos viviendo.

Las decisiones que vienen tomando las dirigencias de los tres partidos desde el proceso de selección de candidatura presidencial, y la propia candidata y su equipo desde que fue impuesta, parecieran seguir un manual meticuloso de cómo no ganar una contienda.

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El resultado que estamos viendo a diario con estas decisiones, empezando por la imposición de candidaturas, incluida la presidencial, es el debilitamiento sostenido de las ya de por sí mermadas bases de voto de los tres partidos, si es que al PRD aún se le puede contar como partido.

Uno asumiría que habrían aprendido del grave error de no tener un proceso democrático de selección de candidata presidencial, y pensarían mejor los nombramientos de candidaturas al Legislativo, así como a los diversos puestos locales que se eligen este 2 de junio. Pero no.

Este mal logrado Frente, ahora románticamente llamado Fuerza y Corazón, ni está logrando fuerza por sus constantes errores y malas decisiones, ni se está tentando el corazón al momento de marginar grupos y personajes a diestra y siniestra que al final les restaran posibilidades de voto.

A pesar de que hoy por hoy la contienda real debe ser el Poder Legislativo, es difícil entender por qué nadie, ni analistas, ni opinólogos, ni comunicadores, ha hablado del craso error que hicieron las dirigencias del PRI y el PAN con el convenio de coalición para las candidaturas al Senado.

Lo que convinieron PRI y PAN es básicamente renunciar a ganar una cuarta parte de la Cámara Alta, al haberse decidido por candidaturas comunes, repartiendo las fórmulas entre los partidos en algunos casos, y acordando los dos lugares de la fórmula para uno solo en otros casos.

El Senado se compone de 128 escaños. La mitad, 64, corresponde a quienes ganan las elecciones en las 32 entidades federativas, a razón de 2 personas por fórmula. Un cuarto, 32, corresponde a los segundos lugares, llamados primeras minorías, llegando los primeros lugares de cada fórmula. Y el último cuarto, otros 32, es por representación proporcional, es decir, las listas nacionales de cada partido, repartidos según los porcentajes de votación.

Bajo este contexto, lo lógico hubiera sido que el Frente diera la batalla por los 96 escaños que se eligen por voto directo, para así tratar de tener el mayor número posible de Senadores para evitar que la 4T tenga la mayoría, simple o calificada.

Cada partido debió registrar una fórmula propia en cada entidad federativa, y hacer candidaturas comunes únicamente en las entidades problemáticas. Así, y bajo acuerdos claros, contenderían tanto por los primeros como los segundos lugares, apoyando al partido con más posibilidades.

Sin embargo, se decidió ir por candidaturas comunes en todas las entidades, perdiendo así la posibilidades que dan las 32 primeras minorías; que es justo lo que salvó, por ejemplo, al PAN en 2018 ante la avasalladora votación que tuvo Morena.

No conformes con este error tan básico, también dieron exclusiva a un solo partido en varias entidades, generando grandes molestias en los partidos excluidos y, con ello, algunas salidas adicionales de las filas del Frente. Esto resultara, además, en brazos caídos el día de la elección.

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Otro error más es la lista de personajes para ocupar esas candidaturas. O desconocidos, o perdedores de elecciones, o altamente cuestionados como Viggiano en Hidalgo, Añorve en Guerrero, Yunes en Veracruz, Ochoa en Chiapas, Martín del Campo en Aguascalientes. Son muy contadas las excepciones positivas, como Beltrones en Sonora o Riquelme en Coahuila.

Falta ver bien cómo terminan el convenio y los nombres para las candidaturas a los 300 distritos para Diputados. Pero, por lo pronto, se ve difícil que sea una historia distinta. Los personajes serán cercanos a los dirigentes partidistas y, por ende, corruptos y sin vocación.

Y de las candidaturas de representación proporcional, conocidas como plurinominales. ni qué decir. Pareciera que el objetivo es tener a la mayor cantidad de gente desprestigiada. En el caso del Senado, por supuesto que encabezan los impresentables presidentes de los tres partidos.

Si eso no fuera un inhibidor suficiente, el PAN revive a Ricardo Anaya, encargado principal de dejar al partido en la terrible situación que ha estado, imponiendo a Marko como su sucesor. Tiempo de pagar el favor.

Del PRI ni qué decir, incluyen también a Viggiano, y al mismísimo Aceves del Olmo, que pareciera estar en coma desde hace años, generando caos en la CTM que pierde y pierde contratos colectivos.

Al ver las listas de las cinco circunscripciones plurinominales para Diputados, sigue la batalla por ver quién pone peores. Personajes tan desprestigiados como Cabeza de Vaca o Rubén Moreira lideran. Y reviven a personajes tan denostados como Aurelio Nuño.

Y en todas las listas de representación proporcional resaltan las notorias ausencias. Los dirigentes niegan la reelección a sus mejores cuadros, como Ildefonso Guajardo; y continúan la ofensa contra Beatriz Paredes, y todavía se preguntan muchos por qué está tan ausente.

Es claro que la única estrategia que tiene el supuesto Frente es la de retener posiciones por meros intereses personales. No se ve, ni en los partidos ni en la campaña presidencial, un compromiso por el país, una visión, un proyecto de nación. Mucho menos vocación.

Por si esto fuera poco, los spots que han hecho el PRI y el PAN parecieran buscar cómo alejarse de votos. El PRI, hablando de mirar al pasado, sin reconocer excesos y errores. El PAN, hablando de un modelo fallido de seguridad, cuando fueron ellos quienes lo instauraron.

Efectivamente este gobierno es lo peor que hemos tenido hasta el momento, pero lamentablemente, también estamos viviendo con la peor oposición que podíamos tener. No hay para dónde voltear en esta elección tan lamentable.

El Frente está haciendo todo para perder. Mientras tanto, el presidente puede seguir tranquilo, sin mayor esfuerzo. Y el país, seguirá en la espiral descendiente en la que llevamos ya 24 años metidos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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