La mayoría de los gobernadores son de Morena y aun así, la crisis persiste. No se trata de señalar culpables, sino de reconocer que algo está mal y que se necesita un referente de oposición fuerte y claro. En este sentido, Xóchitl Gálvez emerge como ese referente.
El país se enfrenta a dos visiones claramente definidas. Por un lado, un gobierno que ha acumulado cifras escalofriantes: más de 175,000 personas asesinadas y cerca de 49,000 desaparecidas. Un país ensangrentado que clama por un cambio. Por otro lado, la visión de Xóchitl Gálvez, que busca seguridad, medicinas, transporte de calidad y prosperidad para todos los mexicanos.
Las prioridades de México son evidentes: la inseguridad brutal que se vive es el principal desafío. Se necesita una estrategia de seguridad efectiva y real, más allá de las disputas ideológicas. El país no puede permitirse más asesinatos ni el continuo abrazo a los delincuentes.
En este panorama no hay espacio para una tercera vía. La contienda se centra en dos opciones: continuar con un gobierno corrupto y costoso o acompañar la visión de la oposición, representada por el PAN, PRI, PRD acompañados de millones de mexicanos que buscan seguridad, prosperidad, hospitales y medicinas.
La crítica al gobierno actual no es solo por sus acciones, sino también por la falta de claridad en su visión. Mientras la sociedad civil se organiza en un movimiento plural, la otra parte parece tener solo una voz: la de López Obrador. La falta de definición de la señora Sheinbaum es evidente, y su silencio respecto a temas cruciales deja mucho que desear.
Durante la etapa de precampaña se ha buscado representar todas las visiones en el movimiento encabezado por Xóchitl Gálvez. La pluralidad se manifiesta con la participación ciudadana, así como de panistas, priistas y perredistas. Esta diversidad contrasta con la monotonía de la otra opción, donde solo una voz resuena.