Los balances sobre el saldo de las “precampañas” se han enfocado predominantemente en las candidaturas: en los contrastes entre Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, en sus fortalezas y debilidades, en los desafíos que encaran. (Jorge Álvarez Máynez no ha figurado tanto en ese sentido porque apenas se incorporó a la contienda y es muy poco conocido fuera de Movimiento Ciudadano). Casi nada se ha dicho, sin embargo, a propósito de cómo se están acomodando los votantes, es decir, de qué tanto apoyo tiene cada una de las candidatas al interior de sus respectivas coaliciones o de los patrones sociodemográficos de cada segmento del electorado.
El electorado hacia 2024
En términos de la relación entre identificación partidista y preferencia electoral hay diferencias significativas . El 93% de quienes se identifican como morenistas prefiere a Claudia Sheinbaum; mientras que el 84% de quienes se identifican como priistas y el 71% de quienes se identifican como panistas prefieren a Xóchitl Gálvez. En la coalición oficialista hay cierre de filas; en la alianza opositora, merma.
¿Por qué hay tanta unidad entre los votantes morenistas? Uno, porque la débil institucionalidad en el partido se compensa con la fuerza del liderazgo presidencial. López Obrador escogió a su candidata, sus adeptos la respaldaron y los perdedores (algunos desde temprano, otros más tarde, pero al final todos) se disciplinaron. Y dos, porque ser gobierno e ir punteros en las encuestas es un pegamento más poderoso que cualquier devoción carismática o convicción ideológica. Entre obradoristas podrán tener pleitos a muerte, pero mientras puedan seguir repartiéndose el poder no hay motivo para matarse.
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¿Y por qué entre los votantes de oposición no hay algo semejante? Primero, porque provienen de partidos distintos, acostumbrados de toda la vida a verse más como rivales que como aliados. Segundo, entre los del PRI, porque aunque ellos tienden a ser bastante “institucionales” (al menos cuando no se van a otro partido) Xóchitl Gálvez siempre ha sido abiertamente anti-priista. Y tercero, entre los del PAN, porque su candidata no tiene un perfil propio del panismo tradicional, al contrario, es bastante disruptiva para los estándares de ese partido y es probable que sus sectores más conservadores no se sientan del todo cómodos con ella.
Otra diferencia interesante tiene que ver con las preferencias según factores sociodemográficos. De acuerdo con la segmentación que ha propuesto Buendía y Márquez, hay seis grandes segmentos de votantes.
El primero y más grande es el de los “morenistas desinformados”, que equivale a 31% del electorado: 96% prefiere a Sheinbaum, aunque 38% no la conoce; 93% aprueba al presidente; 86% tiene una buena opinión de Morena; 75% no conoce a Gálvez; y solo 15% cuenta con escolaridad universitaria o superior.
El segundo grupo son los “morenistas”, que representan al 22% del electorado: 86% prefiere a Sheinbaum y 76% tiene una opinión mala de Gálvez; 91% tiene buena opinión de Morena, mientras que 87% tiene mala opinión del PRI y 76% del PAN; 85% opina que el país va por buen camino; y 29% cuenta con escolaridad universitaria o superior.
El tercer grupo es el de los “opositores desinformados”, que equivale al 18% del electorado: 80% prefieren a Gálvez, aunque 76% no la conoce; 65% no conoce a Sheinbaum; tiene buena opinión mayoritaria de todos los partidos; 57% aprueba al presidente; y apenas 11% cuenta con escolaridad universitaria o superior.
El cuarto grupo son los “antisistema”, que asciende a 13% del electorado: 90% no tiene preferencia; tienen mala opinión mayoritaria de todos los partidos; 61% opina que el país va por mal camino; 60% reprueba al presidente; y 37% cuenta con escolaridad universitaria o superior.
El quinto grupo es el de los “frentistas”, que representa al 10% del electorado: 88% prefiere a Gálvez y 53% tiene una mala opinión de Sheinbaum; 82% tiene mala opinión de Morena, 53% tiene buena opinión del PAN y 62% mala opinión del PRI; 74% opina que el país va por mal camino; y 49% cuenta con escolaridad universitaria o superior.
El sexto grupo y último son los “apáticos”, que ascienden al 7% del electorado: 98% no tiene preferencia; la mayoría no conoce a ninguna de las candidatas; 38% tiene buena opinión de Morena; 46% aprueba al presidente; y 56% cuenta con solo escolaridad primaria.
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