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Los dirigentes partidistas, y Xóchitl Vázquez Meade

Hoy no podemos sorprendernos, ni mucho menos quejarnos, de las falencias de la candidata, cuando se le impuso a sabiendas del entorno y del contexto, apunta Don Porfirio Salinas.
lun 27 noviembre 2023 06:00 AM
xochitl-galvez
Es momento de entender que la contienda no es contra la 4T y su candidata, es contra el Presidente. Mientras más tardemos en comprenderlo, más avanzarán.

En las últimas semanas, parece haber mucha frustración, desesperación y sorpresa con el bajo desempeño de Xóchitl Gálvez como posible futura candidata presidencial del Frente “acorazonado”; después de, según los sorprendidos, haber sido un gran fenómeno.

Y por supuesto, comienzan las culpas y señalamientos, que caracterizan más un final de campaña que su principio. Los principales supuestos culpables: los terribles líderes partidistas del Frente, sus intereses personales y sus contubernios obscuros.

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“Los partidos la están dejando sola” dicen algunas voces. Sin recordar que fueron esos líderes partidistas, y el heredero empresarial con complejo de político, quienes la impusieron. Y que también es obligación de la candidata trabajar en el acercamiento con las bases partidistas.

Varias preguntas, más reales que las de los sorprendidos y frustrados, saltan a la mente. ¿Quién en su sano juicio puede estar sorprendido de la actitud de los dirigentes más mediocres y corruptos del PRI y PAN; y del dinosáurico dirigente del PRD, ya en extinción.

El proceso mismo de imposición de candidatura los pinta, a dirigentes y candidata, de cuerpo entero. ¿Por qué sorprenderse hoy si fue lo que tanto clamaron?

¿Por qué, durante la trunca contienda interna del Frente, los hoy sorprendidos criticaron tanto el apoyo genuino de amplias bases del PRI, y una parte considerable del PAN, a la depuesta competidora priista; y hoy lloran la falta de apoyo partidista a la impuesta virtual candidata pseudo panista?

Parecen no entender que las bases partidistas no funcionan por obligación, y hace mucho dejaron de funcionar por billetazos. A las bases hay que ganárselas. Y eso no depende de las dirigencias, sino de la candidata. Si querían una candidata con fuerza de bases, entonces la priista era la opción.

Hoy no podemos sorprendernos, ni mucho menos quejarnos, de las falencias de la candidata, cuando se le impuso a sabiendas del entorno y del contexto.

Ante la realidad, por demás conocida desde hace tiempo, de dirigentes tan corruptos, y un heredero empresarial muy poco versado en política, se tenía que poner a alguien con la suficiente autoridad moral y estatura política para ser el contrapeso dentro del Frente. Pero quisieron bajar a Beatriz.

Los pseudointelectuales, “activistas”, periodistas, y algunos contados políticos que se creyeron el cuento del “fenómeno”, y los opinadores que tanto la impulsaron por intereses personales, escogieron la equivocada, y previsible, ruta que hoy tenemos. No se pueden quejar ahora.

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Todos estos incesantes impulsores de Xóchitl nunca quisieron entender que el fenómeno no era más que un espejismo, perfectamente orquestado y operado por el propio Presidente de la República, y que cayeron redonditos en su juego.

No podemos juzgar al reducido grupo de ciudadanos de clases medias y altas que creyeron en el fenómeno. Poco o nada están involucrados con la política; y es tanta su desesperación actual que son más proclives a caer en los juegos de AMLO, que los hizo creer la idea del fenómeno.

Pero los opinadores, obedeciendo más a intereses personales vinculados al heredero empresarial que poco entiende de política pero que cree liderar el Frente, claudicaron a su responsabilidad social de análisis objetivos.

Prefirieron confirmar la mal información de sus mecenas empresariales que hacerles ver el error. Por supuesto, los ganones claros fueron los dirigentes de PRI y PAN, que aprovecharon la estrategia presidencial para sacar raja política.

La culpa de lo que hoy tenemos no solo es de Alito y Marko. Es una culpa compartida entre todos esos opinadores y analistas, medios y el heredero Claudio, que cayeron en el juego, o que por razones personales veían una conveniencia en tener a una candidata tan vulnerable.

Sabían que la contendiente priista que depusieron sí hubiera tomado control de la situación para darle rumbo al Frente, debilitando a esos tres hombres decisores.

Pero también la hoy virtual candidata tiene responsabilidad muy grande. Es evidente que toma malas decisiones y le falta oficio político. Empezando por la insistencia de replicar y remembrar tanto la estrategia de Fox, sin entender que México era muy distinto hace 20 años.

Y, sobre todo, su afán por retrotraer tanto al calderonismo, que tanto daño histórico hizo a Mexico, al punto de incluir abiertamente en su equipo a fantasmas de aquella época, reconfirmando su poca sensibilidad sobre el sentir social actual y las razones que llevaron a la 4T al triunfo.

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Pero, además, se equivoca en algo básico, que recuerda los crasos errores de Meade en 2018 y Josefina en 2012. La candidata no entiende que sin las estructuras partidistas no tiene punto de partida, ni el mínimo voto para ser competitiva. Y que es su obligación acercarse y convencerlas.

Le guste o no, necesita de las bases. No puede venderse como una candidata “ciudadana” que no es. Ella decidió buscar una candidatura avalada por tres partidos. Por más que esos partidos tengan presidentes, está en ella atraer a las bases, que hoy menos que nunca siguen a sus dirigentes.

Rodearse de gente profundamente cuestionable de gobiernos anteriores, es no entender a los partidos que la postularon. Si sus cercanos son aquellos que tanto lastimaron a sus partidos, ¿por qué las bases deberían confiar en ella?

El espejismo, mal llamado fenómeno, ya surtió el efecto buscado por el Presidente: la creció artificialmente para quitarla de la Cdmx, sabiendo que sería muy vulnerable en la carrera presidencial. Ya impuesta, dejó de hablar de ella para hacerle vacío.

Es momento de entender que la contienda no es contra la 4T y su candidata, es contra el Presidente. Mientras más tardemos en comprenderlo, más avanzarán.

El problema no es si la 4T busca generar la percepción de victoria. Esa victoria es hoy una realidad. Es momento de trabajar para remontar y salvar lo que sea salvable, y dejarse ya de culpas y sollozos, que todos son en parte culpables.

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