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Entender al Frente Amplio y sus números

Hoy se requiere de unión en el Frente, no de amarrar navajas. Debemos esperar a que termine el proceso y ver quién gana. Sobre eso, definir una estrategia que permita darle competitividad.
mar 22 agosto 2023 12:54 PM
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Las senadoras Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez se disputan la que será la candidatura presidencial del Frente Amplio por México.

El proceso de selección del Frente Amplio para su candidatura a la Presidencia ha logrado volverse un tema mediático de interés nacional. Eso, en sí mismo, es una buena noticia para el entorno político que actualmente vivimos.

Sin embargo, el nivel de desinformación que tiene el debate público en torno al proceso del Frente no es ni bueno ni lo que necesitamos en la actual crisis política que atravesamos.

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La discusión que se ha dado sobre el Frente y sus aspirantes ha estado plagada de imprecisiones, y de lecturas fáciles por buena parte de la opinión pública, fortaleciendo así el juego del Presidente.

Lejos de análisis profundos sobre el proceso de la oposición, lo que se percibe son opiniones superficiales alimentadas por filias y fobias que en nada benefician ni fortalecen a la oposición; más bien la vulneran al tratar de contrapuntear a los aspirantes e integrantes del Frente entre sí.

Los opinadores y comunicadores parecen olvidar que la pelea no es entre los miembros del Frente, sino de la oposición contra el régimen actual de autoritarismo e ineficiencia gubernamental. No se trata de subir al ring a los aspirantes opositores, sino de asegurar un proceso que les permita salir con solidez y contundencia a la guerra que será la elección de 2024.

En lugar de entender lo que sucede al interior del Frente, se emiten opiniones a la ligera para encumbrar o deslegitimar aspirantes sin mayor sustento. Eso se entiende del Presidente, no de quienes supuestamente promueven un entorno democrático.

Empecemos por entender las famosas y controversiales firmas. Muchos se sorprendieron de que cuatro aspirantes superaran las 150 mil firmas necesarias, distribuidas en 17 entidades federativas; y más aún de la bajísima diferencia (100 mil) entre Xóchitl y Beatriz.

Presuponían, sin sustento, que solo Xóchitl alcanzaría las firmas. Pero realmente, ¿qué significan las firmas obtenidas por las dos punteras del proceso? Leer las cifras es muy sencillo. Había tres rubros: registro universal (ciudadanía en general), promotoría (de cada aspirante) y estructura partidista.

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Xóchitl obtuvo casi el 80% a través de registro universal; sólo 16% de apoyo partidista; y un magro 5% de promotoría. Beatriz obtuvo 43% de registro universal; 38% de apoyo partidista; y 18% de promotoría. Diferencias fundamentales entre ambas.

¿Qué significa esto? Las firmas de registro universal representan un segmento de la población que no necesariamente sale a votar el día de la elección. Ese famoso segmento, principalmente de clase media, que continuamente falta a la jornada, por muy diversas razones.

Para que una candidatura sea competitiva, necesita una base mínima de votantes que mayoritariamente salen a votar pase lo que pase. Se compone de huestes partidistas, y de promotoría. Solo con esa base, el voto de otros segmentos se vuelve importante y complementario.

El apoyo de Xóchitl no es de base votante, empezando por su propio partido. Eso la deja muy vulnerable en una contienda. A diferencia del apoyo equilibrado que se ve de Beatriz.

Veamos ahora las encuestas internas del Frente. Hubo una en vivienda que contó 70% y otra telefónica que contó 30%. Cualquier que conozca de encuestas, entiende que en México las de vivienda siguen siendo mucho más precisas que las telefónicas por muchas razones.

Hubo mucha sorpresa por el empate técnico entre ambas aspirantes en la encuesta de vivienda, con diferencia de apenas 3 puntos. La sorpresa la tienen aquellos que no comprenden la importancia de una base de voto.

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Lo que los sorprendidos deberían analizar es cómo, alguien con un amplísimo aparato comunicacional y el escaparate de la Mañanera, queda en empate técnico con alguien que no tiene eso. La respuesta es sencilla: trabajo político de base. Como lo vimos en las firmas.

Y finalmente las encuestas públicas, que no bolas de cristal. Como ejemplo la última de El Financiero, que tienen sus asegunes como todas, publicó careos de aspirantes del Frente versus de la 4T.

Contra Sheinbaum, aparentemente la mejor posicionada, Xóchitl tiene 36%, mientras que Beatriz 34%. Esto significa, otra vez, un empate técnico. A pesar de que mucho se ha manejado una gran diferencia entre ambas.

Con base en las malas interpretaciones de todos estos datos, muchos opinadores y comunicadores se han dado a la tarea de presionar por declinaciones de los aspirantes del Frente a favor de la que ellos creen, o quieren creer, que es la más competitiva. Parece que con Creel ya funcionó.

Dos errores básicos en esta presión: 1) no entender que la pelea no es entre los aspirantes del Frente sino de la oposición con la 4T; y 2) no entender que no es una persona la más competitiva, sino dos.

Hay un tercer error, que es asumir que, de manera automática, el declinar significará que los apoyos se irán directo a la persona favorita. Particularmente tratándose de apoyos partidistas.

Los datos, hasta ahora, son muy reveladores para quien quiera verlos y entenderlos. Hay competencia real. Pero los perfiles son muy distintos. ¿Qué es lo que realmente queremos impulsar?

No es momento de denostar internamente. No es “súbito” el crecimiento de Beatriz. Es resultado de un año de trabajo. Solo es sorpresa para quien no ha seguido el proceso; porque ya antes de la incursión de Xóchitl, ella figuraba competitivamente en las encuestas. Y no es momento de negarle a Xóchitl el fenómeno súbito que ha tenido. La pregunta es, ¿qué es más duradero de aquí a 2024?

Por supuesto, es mucho más fácil darle competitividad a quien ya tiene elementos básicos consigo. Y más aún, a quien entienda al Presidente y sepa jugar su juego. Pero sobre todo, a quien tenga capacidad real y probada de gobernar, visión de estadista y vocación de servicio público.

Finalmente, no es momento de atacar a los partidos. En esta etapa del proceso, cada partido debe posicionar a sus aspirantes. Una vez definida la candidatura, deberán conjuntar esfuerzos. Por lo pronto, el proceso mismo es un esfuerzo conjunto importante que no debemos debillitar.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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