Ahí estaba ella a su lado. Aunque todos sabían que eran novios, ellos discretamente solían evadir el tema sentimental ante los medios de comunicación, los cuales insistentemente querían saber más de Beatriz Gutiérrez Müller, la mujer que había conquistado el corazón de Andrés Manuel López Obrador.
Estando embarazada de Jesús Ernesto, Beatriz y Andrés Manuel se casaron en octubre del 2006. Desde entonces fueron consolidando una poderosa relación de pareja; más allá de lo sentimental, crearon un equipo que llegó hasta el Palacio Nacional. Tuvieron que pasar 12 años para ello, pero el oficio político y apoyo incondicional en un proyecto tan resiliente puso a Beatriz Gutiérrez como un pilar del triunfo de la izquierda por primera vez, en la etapa democrática moderna de nuestro país.
El actual rol discreto de Beatriz empata con su trasfondo catedrático, técnico y bohemio que proyectó desde que era asesora de AMLO en su gobierno del entonces Distrito Federal.
Cuando su esposo llegó a la Presidencia, se presentó de forma disruptiva, alegando que la figura de “primera dama” debía desaparecer. Ese giro fue controversial, pero bien recibido por la mayoría de los mexicanos, que habían visto por décadas cómo la figura de la esposa del presidente había caído en frivolidad y hasta supuestos arreglos con televisoras, como si se tratara de un objeto del Ejecutivo.
Beatriz ha sido cauta durante los últimos cinco años. Poco a poco se ha alejado más de los reflectores y reaparece en momentos verdaderamente importantes para el gobierno de su esposo.
Apaga fuegos, logra comunicar en medio del caos, como cuando hace apenas unos meses se especulaba que la salud del presidente estaba sumamente agravada por un nuevo ataque de covid en su cuerpo.
Gutiérrez Müller salió a desmentir que incluso el presidente estaba desahuciado: “Nuestro presidente está muy bien” sentenciaba sobre los rumores.
La asesora número uno
A pesar de la poca presentación pública, la realidad es que Beatriz sigue siendo la mayor asesora de su marido, con un talante conciliador. Eso se demuestra con las alianzas que trascienden los partidos y los espectros filosóficos.
Incluso algunos, quienes fueron acérrimos adversarios del presidente, han logrado construir una buena amistad con la escritora.
También ha logrado alivianar los asuntos religiosos, acercándose al Vaticano y teniendo una excelente relación con líderes evangélicos de distintas denominaciones.
López Obrador ha repetido últimamente que no quiere apegarse al poder, ha sido tajante en negar que busque una reelección o inclusive ser un “líder político latinoamericano” al terminar su mandato.
Ante la constante polémica de que el tabasqueño quiere dejar como candidata de Morena a Claudia Sheinbaum, el papel de Beatriz Gutiérrez ha tomado relevancia. Increíblemente, en lugar de reunirse inmediatamente con la precandidata y levantarle la mano, la esposa del presidente se presentó junto a Marcelo Ebrard para leer fragmentos de cuentos a niños en Tabasco. Ese fue uno de los últimos eventos de Marcelo como funcionario público. ¡Vaya extrañeza que habrá provocado en la ex Jefa de Gobierno!
Sin duda, Gutiérrez Müller busca ser un factor de equilibrio entre las ‘corcholatas’ punteras. Su voto vale muchísimo, pues representa la voz que le habla al oído al líder moral del morenismo.
A cuidar el capital político
¿Cuál será el papel de Beatriz luego del resultado de la famosa encuesta que decidirá quién representará a Morena en las elecciones presidenciales del 2024?
El abanico es enorme para ella. Como jefa moral de la 4T, tiene la opción de ir al Congreso o buscar el puesto que mejor decida, nadie se le podría enfrente.
Sea lo que decida ser, Beatriz Gutiérrez tendrá un papel importantísimo en la sucesión y después de esta.
Mientras vayan pasando los días y se intensifique la batalla entre polos opuestos de Morena, la voz de Beatriz será más escuchada y su figura más respetada. Posicionando su liderazgo hasta lo sumo, en su partido, pues al dejar AMLO la política pública -como asegura-, no dejará el changarro en manos cualquier persona.