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En el error llevaremos la penitencia

Si el presidente ha estado tan activo ante la “irrupción” de Xóchitl Gálvez, es porque ella es el personaje opositor idóneo para su estrategia.
lun 24 julio 2023 06:02 AM
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Lo de Xóchitl Gálvez no es un fenómeno que se le haya salido de control al presidente López Obrador. Todo lo contrario. Él trae el control y nos negamos a verlo, apunta Don Porfirio Salinas.

La discusión pública sobre cómo hacer frente a la 4T en las elecciones de 2024 sigue tan pobre como débil ha estado la oposición desde que inició el actual gobierno.

La mayoría de los medios, los partidos de oposición, buena parte de la comentocracia y todos aquellos críticos y/o fóbicos del presidente siguen enfrascados en un discurso de rencor y confrontación; lejos de presentar alternativas reales a los profundos problemas del país.

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En este contexto, ha subido como la espuma de cerveza la figura de Xóchitl Gálvez como salvadora de la oposición. Subida alimentada, principalmente, por el presidente; y por todos estos medios y opinólogos que de manera desesperada buscan quién los represente con ese discurso.

Lamentablemente, no parecen darse cuenta de la realidad. La subida de Xóchitl, aunque importante, es particularmente en círculos muy focalizados que no necesariamente reflejan al votante promedio. Es en las redes también, que no son espejo de quienes realmente salen a votar.

Pero, también, siguen argumentando que si el presidente se ha referido a ella diario es porque le teme, lo cual demuestra su nulo conocimiento sobre el presidente, a pesar de que llevamos ya cinco años del actual gobierno.

Si el presidente ha estado tan activo ante la “irrupción” de Xóchitl, es porque ella es el personaje opositor idóneo para su estrategia. Olvidan que el presidente es un estratega político electoral, y de los mejores que hay en México.

No es sólo bueno para comunicar, sino que usa la comunicación para fines muy bien pensados y estratégicos en sus objetivos.

En este contexto, el presidente encontró un gran instrumento en ella, que le permite estar presente todo el tiempo en la discusión electoral, sabedor de que a ella le encanta figurar, y que sus asesores creen que contestando todo el tiempo ganan, cuando sólo le hacen el juego al presidente.

El problema más grave es que, al impulsar medios y opinólogos a Xóchitl a la carrera presidencial, dejaron un flanco totalmente abierto en la CDMX, sin perfiles para dar la competencia contra la 4T. Sin entenderlo, le hacen el juego al propio presidente.

La CDMX es una plaza que tiene amplias posibilidades de ser arrebatada a la 4T en 2024, y el presidente lo sabe. Sería un golpe muy duro a su estrategia. Pero para ganarla, se requiere un perfil competitivo, que es justo lo que representaba Xóchitl.

Tenerla fuera de la jugada en CDMX significa mayores posibilidades para Morena de no perderla, ya que no hay más personajes competitivos. Mientras que, tenerla en la carrera presidencial genera mucho menos preocupación, por su falta de estructura nacional.

La carrera presidencial es muy difícil ganársela a Morena, simplemente por la estructura que ha construido el presidente, que no el partido. Mientras que en la CDMX, el voto es mucho más diverso, como se demostró en 2021, a pesar de los errores de la oposición.

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Adicionalmente, sin darse cuenta, le hicieron el juego a la dirigencia nacional del PAN, que definitivamente no quería a Xóchitl compitiendo por la CDMX, dado su enfrentamiento con grupos locales como Benito Juárez, y con los cercanos a la Presidencia Nacional del PAN.

Algo que no se ha reflexionado mucho en el debate público son los flancos débiles de Xóchitl. No son pocos, ni menores. El primero es que su crecimiento no es orgánico, ni propio, depende totalmente del presidente. A pesar del costosísimo aparato que tiene detrás. ¿Quién lo financiará?

Su historial no es precisamente el más higiénico, por decirlo de alguna manera. Lo que hace unos días dijo el presidente, a manera de reto, sobre posibles beneficios a su empresa, son secretos a voces desde hace años.

En caso de que se llegara a filtrar algo públicamente, sería desastroso para su candidatura, y para la oposición en su conjunto, pues confirmaría los dichos presidenciales de que todos en la oposición son iguales, y que es lo que tanto ha tratado de combatir, sin resultados claro.

También, la penetración de Xóchitl en las estructuras partidistas es muy menor. En el PAN genera posiciones encontradas; y en el PRI simplemente no la ven. Los opinólogos podrán argumentar que eso es bueno. No entienden que sin las estructuras partidistas, no se tiene la base mínima de voto para ser competitiva. El voto de la clase media no alcanza, es complementario.

El presidente cuenta con una base electoral muy importante. Al menos 15 millones de votos, como vimos en la consulta popular. Competir con esa base únicamente con la clase media es imposible.

Por otro lado, quienes hoy tanto enaltecen a Xóchitl es un grupo de la comentocracia, que no necesariamente tienen eco en núcleos sociales muy amplios. Más bien en círculos muy contenidos. Y no son quienes tienen la mejor percepción pública.

Además de la clara relación de algunos comentócratas con algunos empresarios, no precisamente los relevantes, que no gozan de la mejor reputación, y que más bien son un pasivo para quien sea que apadrinen.

Pero más allá, quien realmente ha hecho crecer a Xóchitl es el propio presidente. Todos parecemos olvidar que él es un estratega. En materia electoral, no actúa sin pensar. El que sea él quien más la hace crecer es señal clara de que, en cuanto él quiera, la tumba así sin más.

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Y no, lo de Xóchitl no es un fenómeno que se le haya salido de control al presidente. Todo lo contrario. Él trae el control y nos negamos a verlo.

Finalmente, el discurso que tiene es puramente anti AMLO. No hay planteamientos, no hay propuestas, no hay más. En ese discurso, como lo hemos visto estos cinco años, siempre ganará él pues tiene la legitimidad que ni oposición, ni medios, ni empresarios, ni opinólogos tienen.

Lamentablemente estamos enfrascados en un falso debate que sólo perpetua la improvisación, alejándonos cada vez más de la posibilidad de recuperar una política de oficio y gobiernos de calidad.

En el error llevaremos la penitencia mientras sigamos jugando el juego del presidente.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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