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#ZonaLibre | 2024: ¿por qué la moneda está en el aire?

Ebrard tiene en sus manos la unidad de Morena, junto con esa responsabilidad, también tiene la capacidad de aniquilar el sueño de continuación de la autollamada 4T para el 2024.
mié 07 junio 2023 06:01 AM
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Para muchos, la imposición forzada de Sheinbaum como favorita es el vivo reflejo de Armando Guadiana a nivel nacional. Pero otros prefieren ver a Ebrard fuera de Morena, aunque se lleve a los mini partidos y mañana sea el candidato a vencer de la oposición, apunta Caleb Ordóñez.

¿A quién le sorprendió los resultados del pasado domingo en las elecciones de Coahuila y el Estado de México? Quizá a muy pocos.

Aunque las encuestas no fueron exactas, era muy evidente que tanto Morena y el PRI se llevarían sus respectivos triunfos.

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Ya se ha escrito y debatido mucho sobre las enseñanzas que dejan el par de eventos, que sin duda son la antesala de la elección presidencial del 2024.

Dejemos entonces en claro que Morena se sigue posicionando como el “partidazo” del siglo XXI. Ni el PRI en sus mejores tiempos gobernaba por estados a 92 millones de habitantes, como lo hará el partido creado por y para Andrés Manuel López Obrador.

La aplanadora de la alianza conformada por Morena, PT y el Verde en el Estado de México logró sacar a patadas al eterno priismo mexiquense, que reinaba tras 94 años de hegemonía.

La combinación de un agachado gobernador, Alfredo Del Mazo, entregado al presidente -quizá por temor-; las pésimas y fracasadas dirigencias de Alito Moreno (PRI) y Marko Cortés (PAN); la paupérrima realidad del PRD -que se quedó sin registro-; la efectiva -e hipócrita- operación de Movimiento Ciudadano; el apoyo desaforado desde la Ciudad de México y la intervención absoluta del gobierno federal, lograron el tan ansiado triunfo en el estado con mayor padrón electoral.

Los dirigentes de Va X México no saben cómo justificar la tremenda sacudida que les dieron, a pesar de tener una gran candidata como lo fue Alejandra del Moral.

Por otra parte, lo ocurrido en Coahuila desnudó el verdadero rostro de un Morena como partido político abandonado.

Pero antes de ahondar en el tema del estado norteño, es importante explicar que el partido morenista fue creado con la clara intención de llevar a AMLO a la silla presidencial. Un gran logro que quedará registrado en la historia moderna de nuestra flaca democracia. Sin embargo, se ha demostrado que sin la participación directa del tabasqueño, Morena es simple, y llanamente, un cascarón.

¿Empate técnico?

Ahora sí, adentrémonos en las profundas aguas de los datos que arroja la elección más inicua de los últimos tiempos. Cuando el priista Manolo Jiménez despedazó a su más “cercano” rival, el senador Armando Guadiana.

La semana pasada reflexionábamos que Coahuila es parte del eje norteño opositor a la autollamada 4T, junto a Chihuahua, Durango y Nuevo León. Pero el hecho de que Jiménez cerrara con 56.93% de los votos es una poderosa evidencia de que la autollamada 4T -con un ridículo 21.5%- es francamente detestada en aquel estado fronterizo.

La diferencia de votos que logró el PRI -sin ayuda del PAN y PRD- le dio una bocanada de aire fresco a la alianza opositora nacional, pues si las elecciones nacionales hubieran sido solo en esos dos estados de la República, habría casi un empate.

Morena registró 3,548,410 votos, mientras que la alianza obtuvo 3,494,061. Una diferencia de tan solo 1.5%.

Ambas contiendas tienen a sus vencedores. Pero extrañamente esos mismos ganadores tienen en sus presidentes de partido a grandes perdedores.

Mientras la maestra Delfina festejaba, evitaba a toda costa mencionar a Mario Delgado.

En la rueda de prensa donde Manolo Jiménez agradecía el voto de los coahuilenses, pidió que no estuviera presente Alito Moreno, quien tuvo que ver la transmisión en un cuarto contiguo; esto evidenciado en sus propias redes sociales.

Es aquí cuando la reflexión más grande rumbo al 2024 retumba en los malogrados y aborrecidos liderazgos en los partidos políticos.

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Benditas/malditas rémoras

Mario Delgado, y solo él, carga con la derrota tan abrupta en Coahuila. ¿Por qué? La flagrante imposición de Guadiana cimbró y desfondó a la izquierda, a tal grado que el PT y el Verde le demostraron al morenista que ellos podían socavar y hundir el proyecto de la autollamada 4T. Y ojo, no solo en Coahuila, sino en todo el país.

Si para algunos esto es descabellado, entonces analicemos los números del Estado de México. Por sorprendente que sea, fueron tanto el Verde, como el PT quienes lograron dar el triunfo a Delfina.

El IEEM señaló que el Partido Verde obtuvo 624,392 votos, que representan el 10.04%, mientras que el PT sumó 460,615 7.41%. Las rémoras de Morena le dieron más del 17%, sin ellas Alejandra del Moral sería la candidata electa, ¡y por paliza!

La importancia de los mini partidos es tan sustancial que las amenazas de Delgado por deshacer la alianza para el 2024 quedaron en el olvido.

Tan importante fue la participación de ellos que, extrañamente, la atención ahora está fijada en la persona de Marcelo Ebrard.

El aún Canciller (el 12 de junio dejará su puesto) es quien tiene la mejor relación con el Verde, el PT y, no se diga, con Movimiento Ciudadano. Los tres partidos han insinuado -o al menos enviado un guiño- que Ebrard sería su mejor candidato para el 2024. Incluso el Verde lo ha aclamado públicamente y aseguran que se irían con él, con o sin Morena.

Por eso, la cena del pasado lunes en el restaurante “El Mayor” en el centro de la CDMX, que ofició López Obrador, se trató de un “estatequieto” al rebelde precandidato, que salió incómodo y hasta molesto de la cita.

Ebrard tiene en sus manos la unidad de Morena, junto con esa responsabilidad, también tiene la capacidad de aniquilar el sueño de continuación de la autollamada 4T para el 2024. Pero también es el factor de unidad más importante. Marcelo lo sabe, AMLO lo sabe y todo el morenismo lo sabe.

Para muchos, la imposición forzada de Claudia Sheinbaum como favorita es el vivo reflejo de Armando Guadiana a nivel nacional.

Pero otros prefieren ver a Ebrard fuera de Morena, aunque se lleve a los mini partidos y mañana sea el candidato a vencer de la oposición.

Las elecciones son lecturas abiertas. Es política que se puede entender a través de los datos. Los números no mienten y no tienen ideología.

En este arranque feroz hacia el 2024, todos deben poner sus barbas a remojar. Porque nada está dicho y la moneda sigue en el aire.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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