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Enanos políticos jugando a hacer historia

Diputados y senadores nos han ofrecido espectáculos grotescos y muestras de mezquindad política y nulo respeto constitucional durante los últimos veinte años y, aún peor, durante los últimos cinco.
mié 03 mayo 2023 11:59 PM
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Los senadores del oficialismo celebraron, el pasado 28 de abril, una sesión irregular en el patio de la antigua sede del Senado, en Xicoténcatl, sin presencia de la oposición, para aprobar todos los asuntos que tenían pendientes.

Lo que ocurrió la semana pasada en el Senado de la República no puede pasar desapercibido. Tampoco debe evaluarse como otro caso más de desaseo legislativo, entre tantos ejemplos que tenemos en México, al contar con una cultura parlamentaria tan precaria y con un Congreso de tan bajos vuelos.

La vara era muy baja. Los diputados y los senadores nos han ofrecido espectáculos grotescos y muestras de mezquindad política y nulo respeto constitucional durante los últimos veinte años y, aún peor, durante los últimos cinco.

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Pero nada se compara a lo que ocurrió la semana pasada. Nada.

La historia se puede resumir en cuatro tiempos.

Primer momento: los diputados oficialistas aprobaron de manera apresurada, sin análisis ni discusión, decenas de leyes de alta importancia para la vida económica y política del país.

Segundo tiempo: el Senado se disponía a actuar de la misma manera, pero la oposición tomó la tribuna de la Cámara alta y boicoteó la sesión.

Tercer momento: el presidente López Obrador convocó a los senadores oficialistas a una reunión en Palacio Nacional, en la que les instruyó pasar las leyes a cualquier costo y de cualquier modo posible.

Cuarto tiempo: los senadores del oficialismo celebraron una sesión irregular en el patio de la antigua sede del Senado, en Xicoténcatl, sin presencia de la oposición, para aprobar todos los asuntos que tenían pendientes. La sesión careció por completo de análisis y estuvo marcada por una actitud burlona y arrogante hacia la oposición, y por un desdén por la legalidad, el decoro y la deliberación que debe indignarnos y causarnos preocupación.

La sesión fue una burla. Las leyes se aprobaron en votaciones a mano alzada, sin debate de por medio. Los senadores oficialistas aprovecharon para cantarle las mañanitas a Citlali Hernández en plena sesión parlamentaria. Luego, utilizaron cascos de minero al aprobar una Ley Minera, que en realidad dista mucho de cumplir con las exigencias de las asociaciones ambientales y los colectivos defensores de derechos humanos y condiciones laborales.

Por momentos, los legisladores se detenían para emitir loas al presidente López Obrador, que rayaban en el culto a la personalidad. Y los parlamentarios oficialistas celebraron la desaparición del Insabi como un logro histórico, cuando en realidad disolvieron una institución creada por ellos mismos, la cual fracasó rotundamente.

Más allá del ridículo, vale la pena analizar con detalle la manera de proceder del presidente y los senadores, pues es ampliamente ilustrativa del afán de trascendencia histórica de López Obrador y sus seguidores.

Como suele hacerlo, la coalición gobernante actuó como si verdaderamente estuviera conduciendo una transformación histórica del país, como si estuviese llevando a cabo una auténtica revolución pacífica.

El sentido de urgencia, la justificación de llevar a cabo una medida extraordinaria (sesionar en una sede alterna del Senado) como si fuera necesaria y la negativa a negociar con cualquier fuerza política de oposición son signos de intransigencia de aquellos que están convencido de que la historia y la moral están de su lado.

No obstante, son convicciones equivocadas. Carecen de todo fundamento. No se sostienen en la realidad: no veo cómo argumentar, con cierto sustento, que Morena está llevando a cabo una transformación histórica del país, o siquiera un cambio político radical; tampoco encuentro cómo alguien pudiera justificar de forma convincente que las leyes aprobadas eran urgentes para el bien de la nación, tan urgentes que era necesario ignorar por completo el proceso legislativo.

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De verdad, ¿era imperioso aprobar una Ley de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación sin escuchar en lo absoluto a la comunidad científica? En serio, ¿se justifica realizar una sesión irregular, sin presencia de la oposición, para reformar la Ley de Aviación Civil? Auténticamente, ¿no pudieron haber discutido semanas antes la Ley Minera, la desaparición del Insabi o la reforma a la Ley General de Bienes Nacionales?

En resumen, el oficialismo tomó medidas extraordinarias, aplastó a la oposición, violó el reglamento del Senado, ignoró el proceso legislativo y agravió la naturaleza misma del parlamento —que debería estar macada por el debate, la deliberación, el análisis y la negociación— para aprobar un puñado de leyes mal diseñadas, poco consensuadas y elaboradas al aventón.

Ninguna de las reformas aprobadas abona a un cambio histórico. Si acaso, muchas de ellas son regresivas y tan sólo una es progresista: la Ley 3 de 3 para deudores alimenticios, la cual debió haber sido aprobada hace mucho tiempo.

Esto pinta de cuerpo entero al oficialismo.

El presidente y los senadores se imaginan a sí mismos como gigantes políticos, como Juárez y los liberales decimonónicos, que están valiéndose de todas las herramientas a su disposición —algunas de ellas extralegales— con tal de consolidar un cambio radical de la vida pública de México. Sueñan con estar en los libros de historia oficial —la rama más odiosa de la historia, por cierto— por los mecanismos que usan para impulsar su proyecto, no por el valor de su proyecto mismo.

La tragedia es que en realidad son enanos políticos —carentes de todo sentido republicano y de un proyecto de país más allá de la estrecha visión del presidente— jugando a hacer historia.

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Nota del editor: Jacques Coste (Twitter: @jacquescoste94) es historiador y autor del libro ‘Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica’, que se publicó en enero de 2022, bajo el sello editorial del Instituto Mora y Tirant Lo Blanch. También realiza actividades de consultoría en materia de análisis político. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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