La mediocridad educativa en TODO su esplendor.
Baste recordar, cuando recién becada, ah, no, perdón, nombrada, no supo contestar cómo se les enseñaría matemáticas a los niños de segundo grado.
Dirían en la autollamada 4T, “si solo es la titular de la SEP”; lo peor es que no lo dicen a manera de humor negro.
Cumpliendo con el 90% cercanía, 0% eficiencia… No, no, perdón, otra vez: 10%, la flamante titular de la SEP, Leticia Ramírez, una vez más fue premiada por su cercanííísimo amigo, sí, su amigo cercano es el ocupante de la silla presidencial.
Mis fuentes de los pasillos de Palacio me dicen que en el morenismo a nadie sorprendió la designación del presidente de hacer a Leticia Ramírez la secretaria de Educación, pues ya estaba más que cantado; no solo porque se mueve bien en las grillas de los sindicales, sino porque es una mujer que entiende bien que, ni por error debe de contradecir o hacer ver al presidente sus errores.
Similar a la escuela de Delfina Gómez, le gusta más dedicarse a la grilla que a construir una estrategia educativa que realmente busque atender las graaandes deficiencias educativas que la pandemia vino a profundizar. “Leti”, como le gusta decirle el presidente, se desempeñó como coordinadora de Atención Ciudadana en el Gobierno de la Ciudad de México y antes estuvo muy metida en los círculos sindicales, desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) hasta el Comité Ejecutivo Magisterial Democrático en la Secretaría de Organización de la Sección IX del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en la Ciudad de México.
Peeero esos días de disidencia magisterial han quedado atrás, lo suyo, lo suyo, es estar becada desde la burocracia gubernamental. A cargo de la oficina de Atención Ciudadana, Leticia Ramírez Amaya percibía un sueldo mensual libre de impuestos de 98,268 pesos. Es decir, 17,741 pesos menos que lo gana el presidente Andrés Manuel López Obrador, según datos del portal Nómina Transparente.
La austeridad republicana para unos es un eslogan, para otros una patraña, para otros un disfraz y para los millones de mexicanos… realmente es un flagelo que los acompaña diario.