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El tiempo sigue pasando

La cantidad de errores del presidente López Obrador deberían ser oro molido para cualquiera que, con algo de inteligencia, quisiera evidenciar que todo lo que prometió y propugnó fue demagogia pura.
mar 21 marzo 2023 06:01 AM
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Los resultados del actual gobierno son totalmente inexistentes. Se han profundizado de manera preocupante los problemas estructurales del país que prometió combatir el Jefe del Ejecutivo, señala Don Porfirio Salinas.

Estamos a casi cuatro años y cuatro meses de que arrancó la administración del presidente López Obrador; es decir, casi un año y siete meses para que termine. Si contamos que Peña dejó de gobernar desde la transición, entonces son cuatro años y casi 10 meses de actual gobierno.

Durante este tiempo, muchos grupos tanto de oposición política como de crítica externa se han mantenido en constante combate contra el gobierno; igual que el presidente se ha mantenido en lucha abierta contra cualquiera que no piense como él.

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La diferencia entre ambos es que el presidente ha logrado la mayoría de sus objetivos, y ha avanzado de manera importante; mientras que los otros, pareciera que no solo siguen donde se quedaron en 2018, sino incluso han retrocedido en su capacidad de formular propuestas y agendas.

Sumamos a esta situación el hecho de que el presidente decidió arrancar la carrera de sucesión desde, al menos, la primera mitad de 2021. Esto le ha permitido posicionar a por lo menos cuatro posibles perfiles para abanderar la candidatura presidencial de la autollamada 4T en 2024.

Lo que han logrado los grupos opositores es mantener sus confusiones internas, dejando el camino libre al presidente para dominar la carrera de la sucesión.

A México no le conviene de ninguna manera lo que estamos viviendo. Un presidente con control total del debate público; y al frente partidos de oposición completamente dinamitados, grupos “ciudadanos” absolutamente perdidos, y medios visiblemente confundidos.

Es altamente preocupante que, a prácticamente cinco años del fenómeno electoral de 2018, los principales actores de interés, tanto políticos como sociales, sigan sin poder salir del marasmo que los avasalló; mientras que los medios siguen sin entender que le hacen el juego diario al presidente.

Por un lado, el problema de fondo son los intentos mediocres de liderazgo que han tenido los partidos políticos tradicionales. Liderazgos que han provocado una salida masiva de sus filas por desencanto y hartazgo con prácticas anacrónicas motivadas por intereses personalistas.

Por otro lado, liderazgos pseudo ciudadanos que, viniendo de sectores como el empresarial, no solo no entienden ni de política ni de la realidad del país, sino que piensan que saben jugar a la política, sin darse cuenta de cómo les ven la cara en los partidos.

Mientras partidos y grupos sociales contrarios a la autollamada 4T se enfrascan en una estrategia de enfrentamiento y señalamientos viscerales contra el presidente, él camina sin mucho problema con una narrativa que explota el rencor social y los ánimos de venganza.

Los resultados del actual gobierno son totalmente inexistentes. Se han profundizado de manera preocupante los problemas estructurales del país que prometió combatir el Jefe del Ejecutivo. Sin duda vamos caminando décadas atrás a paso acelerado.

La cantidad de errores y malas decisiones del presidente López Obrador deberían ser oro molido para cualquiera que, con algo de inteligencia, quisiera evidenciar que todo lo que prometió y propugnó fue demagogia pura.

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Sin embargo, partidos y críticos no han sabido entender lo que definió la apabullante victoria lopezobradorista. A poco más de un año de la elección de 2024, estos grupos siguen actuando exactamente igual que antes de 2018; con muchos de los actores que los llevaron a la debacle.

Ver que en algunas encuestas tal vez no tan confiables pero sí públicas, se posiciona a personajes como Margarita Zavala y Xóchitl Gálvez para la Ciudad de México es inaudito. Justo cuando es precisamente la CDMX una plaza con altísimas posibilidades de quitarla a la autollamada 4T, pero no con esos perfiles.

Leer cómo se celebra en algunos medios y círculos una aspiración presidencial como la del exdirigente nacional de la Coparmex, cuando claramente es justo el tipo de perfil más vulnerable ante la autollamada 4T, sea el candidato que sea, es irrisorio.

Tener entre los aspirantes del otrora partidazo a nombres que solo evocan nostalgia del mundo de élite y privilegios de rancios apellidos que tanto señaló el presidente, es kafkiano en un país icono del surrealismo.

Y mientras tanto, entre tanto coraje y enfrentamiento, la mayoría de medios sigue trabajando como se hacía antes, sin entender que ellos mismos hacen el juego a un discurso presidencial que lejos de abonar al país lo mantiene en el limbo y el pasmo.

En la medida que sigamos todos el juego del presidente, seguiremos perdiendo camino. Es urgente visibilizar los poquísimos personajes que sí tienen legitimidad, que tienen capacidad de construir una base social porque entienden al país, y que hacen planteamientos necesarios, como podría ser la senadora Beatriz Paredes.

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No es con perfiles herederos de una clase política de antaño, ni con personajes que vivieron fuera durante más de 15 años, ni con aspirantes que ya estuvieron en posiciones de decisión y tomaron las peores como se va a remontar del retraso 4Tista.

Es urgente reformar de fondo a los partidos políticos; dejar de lado movimientos con poca sensibilidad social como Sí por México, Unidos o Mexicolectivo; y empezar a aceptar que si hoy tenemos a quien tenemos en el poder es porque todos nos equivocamos, y seguimos haciéndolo.

El tiempo apremia, solo queda poco más de un año para la elección. O empezamos a depurarnos, y a reconocer que debemos acercarnos todos a la sociedad, o habrá autollamada 4T para largo rato.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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