La diferencia entre ambos es que el presidente ha logrado la mayoría de sus objetivos, y ha avanzado de manera importante; mientras que los otros, pareciera que no solo siguen donde se quedaron en 2018, sino incluso han retrocedido en su capacidad de formular propuestas y agendas.
Sumamos a esta situación el hecho de que el presidente decidió arrancar la carrera de sucesión desde, al menos, la primera mitad de 2021. Esto le ha permitido posicionar a por lo menos cuatro posibles perfiles para abanderar la candidatura presidencial de la autollamada 4T en 2024.
Lo que han logrado los grupos opositores es mantener sus confusiones internas, dejando el camino libre al presidente para dominar la carrera de la sucesión.
A México no le conviene de ninguna manera lo que estamos viviendo. Un presidente con control total del debate público; y al frente partidos de oposición completamente dinamitados, grupos “ciudadanos” absolutamente perdidos, y medios visiblemente confundidos.
Es altamente preocupante que, a prácticamente cinco años del fenómeno electoral de 2018, los principales actores de interés, tanto políticos como sociales, sigan sin poder salir del marasmo que los avasalló; mientras que los medios siguen sin entender que le hacen el juego diario al presidente.
Por un lado, el problema de fondo son los intentos mediocres de liderazgo que han tenido los partidos políticos tradicionales. Liderazgos que han provocado una salida masiva de sus filas por desencanto y hartazgo con prácticas anacrónicas motivadas por intereses personalistas.
Por otro lado, liderazgos pseudo ciudadanos que, viniendo de sectores como el empresarial, no solo no entienden ni de política ni de la realidad del país, sino que piensan que saben jugar a la política, sin darse cuenta de cómo les ven la cara en los partidos.
Mientras partidos y grupos sociales contrarios a la autollamada 4T se enfrascan en una estrategia de enfrentamiento y señalamientos viscerales contra el presidente, él camina sin mucho problema con una narrativa que explota el rencor social y los ánimos de venganza.
Los resultados del actual gobierno son totalmente inexistentes. Se han profundizado de manera preocupante los problemas estructurales del país que prometió combatir el Jefe del Ejecutivo. Sin duda vamos caminando décadas atrás a paso acelerado.
La cantidad de errores y malas decisiones del presidente López Obrador deberían ser oro molido para cualquiera que, con algo de inteligencia, quisiera evidenciar que todo lo que prometió y propugnó fue demagogia pura.