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Las instituciones han resistido, a pesar de los presidentes recientes

El actual presidente no es el primero en atacar a las instituciones y tratar de debilitarlas. Esa realidad la venimos viendo los últimos 20 años.
lun 06 marzo 2023 06:01 AM
INE
Desde su creación a principios de los años 90, el INE se ha consolidado como una de las instituciones electorales más prestigiadas del planeta, al cambiar la cara a las elecciones en México y lograr blindarse de fraudes los días de la elección, apunta Don Porfirio Salinas.

La fallida reforma constitucional electoral del presidente, y ahora su Plan B, han revivido la discusión acerca de su embate contra las instituciones del país, y las consecuencias en nuestra democracia.

Durante todo el sexenio, las instituciones han sido un debate central, tanto del presidente como de críticos y opositores. Ambos con escenarios fatalistas, aunque con diferentes argumentos. El presidente ha dicho que las instituciones no han servido; los críticos, que las instituciones son sagradas y que nunca se habían visto en tanto riesgo como ahora.

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Ni una ni otra visión es correcta. Lo que hace que el debate sea estéril y sirva los propósitos del presidente, que es quien mejor sabe comunicar, aunque su propósito no sea el de un interés genuino por las instituciones.

Los ataques comunicacionales hacia las instituciones y, en situaciones extremas como la actual, intentos reales por debilitarlas, se basan en su noción de que fueron hechas a modo en un pasado insensible a la sociedad y sus necesidades. Y que no sirven al país sino a intereses.

Ante estos ataques, la respuesta de oposición, y de críticos principalmente, ha sido la de desgarrarse las vestiduras y señalar que nunca antes habíamos vivido una situación así.

Más allá de que estos planteamientos son absolutamente infundados, no se ha generado una narrativa que haga evidente a la gente que muchas instituciones sí han servido al país, y con ello a los intereses y necesidades de la sociedad.

Hoy falta un análisis crítico serio sobre lo que ha sucedido con las instituciones. De otra manera, no habrá capacidad narrativa para contrarrestar las habilidades comunicacionales del presidente.

La realidad es sencilla. El actual presidente no es el primero en atacar a las instituciones y tratar de debilitarlas. Esa realidad la venimos viendo los últimos 20 años. De manera más clara, durante los sexenios calderonista y peñista, y por supuesto más durante el actual.

Se debe primero reconocer que la situación no es nueva. Y que también se hizo mucho daño antes de que llegara este presidente. El daño fue visible en instituciones electorales, en instituciones del Poder Judicial, y en la propia administración pública federal.

Una vez reconocido que no es algo nuevo, se debe evidenciar que el actual presidente denuesta muchas de esas instituciones, y que los presidentes anteriores trataron de cooptarlas, justamente porque han sido instituciones sólidas que han contribuido mucho a mejorar el país.

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Eso ha estorbado al actual gobierno, y al menos a los dos anteriores, para llevar a cabo muchos de sus caprichos, y prejuicios.

Son las instituciones que durante décadas se fueron construyendo y sofisticando las que en distintos ámbitos de la vida nacional han permitido generar un país estable en las esferas económica, electoral, política y social.

Hay instituciones que incluso se han vuelto referentes mundiales en sus campos de acción, y que han cambiado poco a poco la imagen de México en el mundo.

Instituciones como el Banco de México (Banxico), que es una de las bancas centrales de mayor prestigio y reconocimiento a nivel internacional. Que logró su autonomía plena en 1994, y tiene una larga tradición de décadas de formación de cuadros especializados.

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece, antes Cofeco), que desde principios de los 90 ha contribuido enormemente a modernizar un país antes cerrado a los mercados y plagado de monopolios; y que logró su autonomía hace ya 10 años.

El Instituto Nacional de Estadística (Inegi), que lleva ya 40 años de ser la institución que mide a México, y un referente internacional de capacidad y solidez técnicas. Gracias al Inegi conocemos a mayor detalle la realidad económica y social del país a través de sus estudios y encuestas.

Por supuesto la UNAM, resultado y testigo de grandes luchas sociales, que por décadas ha sido considerada la mejor universidad de América Latina y de las mejores universidades públicas del mundo. Dando educación superior gratuita, y consolidándose como un centro toral de la investigación en el país.

Por supuesto el ahora INE, antes IFE, que desde su creación a principios de los años 90 se ha consolidado como una de las instituciones electorales más prestigiadas del planeta, cambiando completamente la cara a las elecciones en México, logrando blindarse de fraudes los días de la elección.

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Claramente las instituciones de seguridad social, como el IMSS, el Infonavit e incluso el ISSSTE. Institutos que han logrado grandes victorias y derechos para los trabajadores y sus familias durante casi 80 años.

E incluso se puede hablar del Poder Judicial, que a pesar del vergonzoso paso de Arturo Saldivar por su presidencia, es la instancia que ha resguardado en muchas ocasiones la Constitución y las leyes de caprichos de presidentes en turno, de manera particular el actual, que reniega de cualquier viso de legalidad. La reforma de los años 90 permitió que hoy sea el pilar y amortiguador que es.

Lamentablemente hay otras instituciones, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que han sucumbido ante los embates presidenciales. Pero en términos generales, es gracias a las instituciones sólidas que por décadas construimos que hoy el país se mantiene a flote.

Y sí, hay que decirlo, instituciones creadas en su gran mayoría, salvo excepciones como el INAI, durante aquel sistema que hoy tanto se denuesta: el régimen priista. Particularmente, del priismo de los 80 y 90. Son esas instituciones que hoy se mantienen como pilares de la estabilidad del país.

Sin embargo, las instituciones no pueden durar para siempre si no se van modernizando y actualizando, y si solo sufren embate tras embate. Nos toca a los ciudadanos cuidarlas, como ellas nos han cuidado todos estos años, a pesar de presidentes y políticos anti instituciones.

Más allá de marchas y manifestaciones, presionemos por candidatas y candidatos que entiendan y respeten estas instituciones, y votemos por quien nos asegure su cuidado y permanencia.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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