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Instrucciones para normalizar el incendio de la democracia

Incendiar nuestra casa es un error, pero lo verdaderamente fundamental es que demasiadas personas están reaccionando de una forma muy negativa a la lumbre. La propaganda antiincendio se ha viralizado.
mar 07 marzo 2023 06:01 AM
Instrucciones para normalizar el incendio de la democracia
Hacer que nuestro hogar arda en llamas es un error, sin duda, pero lo verdaderamente fundamental es que demasiadas personas están reaccionando de una forma muy negativa a la lumbre, apunta Carlos Bravo Regidor.

Un grupo de vecinos acaba de decidir que debemos remodelar la casa donde vivimos incendiándola. Quizá eso acabe con ella, pero lo importante no es si podremos volver a habitarla ni si nuestras pertenencias quedarán reducidas a cenizas. No, lo importante es hablar de lo bueno. Por ejemplo, hay que reconocer que las personas que quieren prenderle fuego han logrado mejoras: contuvieron la gotera de un lavabo, arreglaron la bisagra de una puerta que estaba rechinando y trapean temprano todas las mañanas. En fin, que hay avances.

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Es verdad que estamos hablando de provocar un siniestro, pero hoy se echa de menos un debate sosegado y de calidad sobre las complejidades del fuego. Nos falta una discusión que se centre menos en los riesgos de incinerar completamente la casa y que, en cambio, se enfoque más en las oportunidades de hacerlo. Ciertamente la iniciativa tiene aspectos destructivos, que son preocupantes y con los que estoy en desacuerdo, pero nuestra labor como analistas es reducir la polarización y procurar la mesura. Por eso me parece prioritario no ser catastróficos y valorar lo positivo. Hacer que nuestro hogar arda en llamas es un error, sin duda, pero lo verdaderamente fundamental es que demasiadas personas están reaccionando de una forma muy negativa a la lumbre. La propaganda antiincendio se ha viralizado.

Tienen razón quienes dicen que quedarnos sin techo no sería el paraíso, pero chamuscar el inmueble y llenar nuestros pulmones de humo tampoco es el apocalipsis. Convendría no exagerar, como lo hacen las voces de alerta que nos llaman a detener a los que ya están azuzando las brasas. Esas personas solo están aprovechando el riesgo para extremar sus posiciones, para radicalizarse. Su fobia al fuego las tiene secuestradas. Además, tanto peca el que incendia la casa como el que llama a los bomberos o busca agua para apagarla.

No me malinterpreten. Confieso que a mí no me convence el proyecto del incendio, preferiría reparar la construcción de una manera menos candente, en especial porque es solo un puñado de vecinos el que está tratando de imponerles la combustión a los demás. Cuesta trabajo entender por qué se debe quemar una vivienda más o menos apta. Con toda honestidad, a mí me parece que quien está encabezando este esfuerzo tiene un montón de atributos extremadamente criticables, eso es innegable. Pero tomar por buena la narrativa exagerada sobre las consecuencias del fuego es estirar demasiado la liga. No es para tanto.

El problema es que, a estas alturas, resulta imposible un razonamiento ponderado de la ignición. El mandamás de los incendiarios está en su derecho de querer que toda arda. Sin embargo, también es legítima la preocupación de que en su ímpetu piromaniaco termine por arruinar el edificio y, con él, todas las mejoras que ya se habían logrado. Su legado quedará lamentablemente en entredicho. Por una parte, podemos dar por descontado que muchas de las reacciones están cargadas de una histeria inevitable; por la otra, hay muchos indicios de que las llamas queman.

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Más allá de la ojeriza con la que el líder y sus prosélitos derraman gasolina en las habitaciones y avientan un cerillo tras otro, estoy convencido de que su diagnóstico es el correcto y los mueve una noble intención purificadora. Quisiera pensar que si prosperan, el daño no será tan grave como el que vaticinan los bomberos. Dicho sin estridencia, anticipar que la pira consumirá lo que encuentre a su paso es alarmista, pero ojalá que los extinguidores funcionen.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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