Por eso resulta tan notable seguir la cobertura de la marcha en defensa del INE el fin de semana pasado. Por una vez, la imagen en portada del Wall Street Journal o en el New York Times o en incontables sitios de internet de influencia similar resaltó la unión de cientos de miles de mexicanos para proteger algo que sí funciona en el país.
La defensa de la democracia es siempre loable y necesaria. No todos los países lo entienden. Algunos no aquilatan la importancia del voto libre y efectivo. Será, quizá, porque nunca se han quedado sin ese derecho esencial que es elegir a quien gobierna y poder despedir a quien gobierna mal.
En Estados Unidos, por ejemplo, hay una parte de la sociedad que ignora todavía lo que es vivir bajo un gobierno que sabotea de verdad el voto en libertad. Se quejan sin fundamento de los supuestos defectos de una democracia que funciona, pero que es más frágil de lo que ellos creen. En México, en cambio, sí que sabemos lo que implica perder en serio la democracia. Aunque ya hay generaciones de mexicanos que ni recuerdan ni vivieron los tiempos del PRI, una enorme cantidad de nosotros tenemos claro lo que fue aquello. Esa claridad engendra el temor de perder la libertad conquistada, y esa es la voz que se escuchó en el Zócalo. Es lo que retrata la imagen que le dio la vuelta al mundo.