La fuerza ciudadana tiene el poder de 1,000 huracanes rosados y el habitante del Palacio Nacional ya lo está sintiendo. En su circo mañanero se le nota nervioso cuando habla del tema. No es para menos: su sexenio se está consumiendo y él sabe que su gobierno fue un completo fracaso.
Quizás por eso está haciendo hasta lo imposible por debilitar al INE, primero con una reforma constitucional fallida y ahora con un Plan B, diseñado por individuos sin escrúpulos que creen que pueden echar para atrás el reloj de la democracia mexicana. Pero ya no hay camino de regreso hacia el autoritarismo del pasado. López Obrador representa el último coletazo de algo que está por morir.
La razón es que un gigante ha despertado: es la sociedad civil que se auto-organiza y que mostrará su fuerza el próximo domingo, cuando se reventará el Zócalo de la ciudad de México y cientos de plazas en toda la República. Quizás se cuenten por millones quienes al grito de "El INE no se toca" le digan con claridad al régimen que la democracia mexicana está aquí para quedarse y que López Obrador se irá pronto a su rancho, donde sabrá que se siente ser olvidado.
Por ahora, el régimen se está aprovechando de su mayoría simple en el Congreso para validar leyes secundarias que buscan socavar la autoridad y competencia del INE. Olvida que los mexicanos están contentos con el INE porque todos nosotros somos el INE. En efecto, las elecciones son organizadas por millones de mexicanos que no quieren dejar de decidir sobre su porvenir.
Afortunadamente, todavía vivimos en una democracia y a últimas fechas la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dado muestras de que tiene una gran voluntad por conservar su autonomía. Los ciudadanos organizados queremos decirle a sus magistrados que no están sólos y estamos seguros de que sabrán ponerle límites a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Ese será nuestro mensaje desde las calles de la República este próximo domingo.