Nunca lo dudé, pero claro que fue una experiencia memorable haber visto cómo la ciudadanía respondió nuevamente ante el llamado a salir a manifestarnos pacífica y ordenadamente a defender nuestras libertades e instituciones democráticas. Tal y como lo anticipamos, si el 13 de noviembre se hizo claro que la amenaza autoritaria movió las fibras ciudadanas, el engaño artero del Plan B lo hizo aún más. 13 X 2 = 26.
#ColumnaInvitada | Lo logramos y lo lograremos
Ante el doble del riesgo duplicamos la presencia en las calles el domingo 26 de febrero. Nos hicimos visibles en el Zócalo, nos adueñamos de dicha plaza y de otras análogas en más de 100 ciudades en México y en el extranjero que fueron testigos de una jornada cívica histórica. Como diría el clásico, sí se pudo. De hecho nos faltó Zócalo porque saturamos toda el área y calles aledañas. Fue una muestra clara de que la ciudadanía está lista para hacer saber su parecer con lo que pase en el país. Y es que es un magnífico ejercicio en que a nivel nacional esta participación será el antecedente directo de abatir la apatía y en particular el abstencionismo.
Ante causas poderosas la ciudadanía no es apática o desinteresada. Importante mantener ese brío y vigor en lo sucesivo. La intensidad en participación no debe ser una tendencia momentánea, sino más bien un gran esfuerzo que genere un hábito de construcción de políticas públicas que generen resultados reales para atacar las grandes deficiencias del país en cuanto a rezagos sociales se refiere. Cuando se actúa con emoción y convicción nada nos puede detener. Así será en los procesos electorales estatales de 2023 y particularmente en la magna elección de 2024.
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Y justo es que ahí no acaba la secuela, sino apenas vemos otro capítulo más de esta lucha que requiere de gran entusiasmo, perseverancia y consistencia en todo lo que debemos hacer para que el país no naufrague como pretenden los que le siguen haciendo hoyos todos los días al barco en que vamos todos montados y al que llamamos México. Imaginen que es el capitán del barco el que se encarga de operar el sabotaje contra el mando de la nave simplemente porque no confía en que en la siguiente revisión electoral los vayamos a echar y mandarlos a su rancho. Así de extremo y peligroso el actuar de esta secta de radicales que a pesar de haber subido por la escalera democrática, ahora la quieren tirar para que nadie más pueda acceder al poder con base en la libre determinación del electorado nacional. Perversos y rapaces. Evidentes y mezquinos. Burdos y excesivos.
Afortunadamente está plenamente demostrada la fortaleza institucional de nuestro máximo tribunal. La principal consigna y llamado de la ciudadanía que se dio cita el domingo 26 de febrero pasado fue precisamente el de mandar una señal de apoyo y respeto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Dado que la mayoría de Morena y satélites en el Congreso Federal se prestaron a la simulación y aprobaron los paquetes de las seis leyes modificadas que constituyen el Plan B (aunque se publicaron posteriormente las reformas a cuatro leyes), es con base en acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales presentadas y a ser presentadas por fracciones parlamentarias y partidos políticos de oposición, ahora queda en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación la defensa de las libertades que tantos años nos tomó construir.
Y es que tenemos una enorme tarea frente a nosotros. Estamos en la ruta que se requiere para no permitir que todo lo que tenemos en México desaparezca en cuanto a las estructuras que, aunque perfectibles, permitían avanzar en cuanto a la mejor forma de atacar las grandes diferencias en nuestro país. Nos debemos todos a la tarea de abatir esos rezagos, y para ello hay que trabajar en una doble vía, por un lado permitir que las instituciones y libertades crezcan y, por otra, que tengamos un programa de gobierno trans-sexenal que haga que realmente todos se beneficien y la movilidad social sea una realidad patente y contable.
En el corto plazo la atención debe estar en objetivos concretos como son la vigilancia del proceso de selección y reemplazo de los cuatro consejeros del INE que se tienen que renovar, las campañas y votaciones en Coahuila y Estado de México, la presentación próxima del programa de un México exitoso como base de un gobierno de coalición (el 28 de marzo próximo), y en forma por demás relevante, la propuesta del método de selección de la persona que ocupe la candidatura presidencial en 2024. Labores de gran trascendencia e impacto en el futuro inmediato y mediato del país, pero que pueden y deben resultar en un cambio real para el beneficio de todos los habitantes del país, particularmente los que menos tienen.
Nuevamente si imprimimos emoción, pragmatismo, generosidad y sentido común, se logrará derrocar la falaz narrativa populista para dar paso a un sentido propositivo desde y para la ciudadanía. Aquí un llamado especial para los partidos políticos que deberán reconocer la coyuntura histórica que los obliga a supeditarse a la agenda del país y no a sus prebendas. Tanto en programa, gobierno, coalición y candidaturas, primero la legitimidad y prioridades ciudadanas, y luego sus tareas y estructuras. Así debe ser si queremos rescatar al país de la destrucción. No hay otra opción. Es esa gran presencia y legitimación ciudadana la que abatirá el abstencionismo y permitirá una contundente victoria en 2024, una que sea apabullante para que los que están acostumbrados a no reconocer sus derrotas en esta ocasión no tengan otra alternativa.
Así tenemos que lo que se planteaba para la concentración del 26 de febrero no solamente se cumplió, sino que se rebasaron todos los parámetros en lo que a concentraciones masivas se refiere. Vamos todos Unid@s porque sabemos que las soluciones del país pasan por estar sin divisiones ni fragmentación. En equipo y conformando un solo pueblo todos los retos del país pueden resolverse. Tenemos una enorme responsabilidad para evitar la debacle a la que el presente gobierno apuesta. Por beneficio de nuestros hijos y lo que les contaremos es que esta generación habrá redefinido lo que es ser exitosos y propiciar una victoria electoral contundente en 2024. Lo logramos hoy y lo lograremos mañana.
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Notas del editor:
Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México.