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#ColumnaInvitada | El Plan C - Ciudadano

El llamado Plan B es una trampa perversa que amenaza con robarnos la oportunidad de tener elecciones limpias, transparentes, eficaces y ciertas, apunta Juan Francisco Torres Landa.
lun 06 febrero 2023 06:00 AM
El INE en sesión de consejo general
El INE deberá renovar a cuatro de sus consejeros en los primeros meses del 2023.

Existen opiniones muy diversas sobre lo que pueda ser el futuro del país. El nivel de optimismo o pesimismo es tan amplio como los colores del arcoíris. Y aunque eso es normal en cualquier época, ahora nos toca vivir en este momento y, por lo mismo, es menester reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor y cómo podemos actuar individualmente para impactar hacia dónde vamos, con qué velocidad, y con qué recursos contamos para ello. Reflexionemos entonces respecto a cómo debemos tomar rumbo.

Hay situaciones coyunturales y estructurales. En las primeras vemos el hecho de que en el mundo, la región y nuestro país, se ha visto cómo personas con un nulo diseño de estudios de profundidad, análisis costo-beneficio, existencia de equipos de trabajo robustos, o apoyo metodológico, se han hecho del poder con base en un ejercicio superficial, pero momentáneamente eficaz, como supone el populismo. Y no es solamente un problema de países en desarrollo (México, Argentina, India, Bolivia, Nicaragua, Turquía, etc.), sino que también lo ha sido en naciones que uno supondría ya ajenas a este tipo de ejercicios demagógicos y, sin embargo, también cayeron víctimas del cáncer político respectivo (Estados Unidos, Inglaterra, España, Italia, etc.).

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Afortunadamente el ciclo parece ya estar cerrándose ante la evidencia del caos que generan y la ausencia de resultados. Así lo vimos en Brasil y, sin embargo, hay un ingrediente de polarización y división que no se puede eliminar tan fácilmente porque alimentó un odio muy peligroso entre la población, mismo que amenaza con no olvidarse o resolverse tan rápidamente. Ese riesgo es muy visible en los Estados Unidos y tristemente también en México. Es un problema real que requiere urgente atención y definiciones de cambio. Una herida abierta que no será sencillo cicatrizar.

En cuanto a temas estructurales está claro que aunque el discurso populista es carente de impacto en cuanto a resolver los problemas de fondo, es eficaz en explotar la existencia de carencias entre sectores desprotegidos de la población para despertar la esperanza de que estos políticos finalmente resolverán los problemas y las diferencias. El engaño es brutal porque como no se tiene mesura en mentir, las limitaciones siempre son culpa de alguien más, y no hay responsabilidad por las acciones, el coctel es una garantía de que las condiciones de la población no podrán mejorar en forma alguna.

De hecho, es la garantía de que no haya movilidad o evolución social la que permite tristemente la continuidad en el tiempo de estas fórmulas de gobierno al tener sectores poblacionales que se vuelven adictos y dependientes de programas asistenciales. Un ciclo perverso en que el dinero fluye, pero con la condición de que no sea para mejorar, sino para ser súbditos incondicionales de la clase gobernante autoritaria.

Este ejercicio se puede prolongar en el tiempo y generar trastornos de largo plazo. El mejor ejemplo de ello es Argentina, un país que hace un siglo estuvo en la antesala de ser una de las grandes potencias económicas del mundo y que justo terminando la Segunda Guerra Mundial cayó víctima de uno de estos iluminados y se engendró un sistema social auto-complaciente y de deterioro del que hoy a más de 80 años no se han logrado desatar. El peronismo es el ejemplo que no queremos repetir y que, sin embargo, hoy en México es la ambición más grande de quien gobierna. El riesgo no es convertirnos en Venezuela, sino en Argentina. Una pesadilla sin fin.

A pesar de que: pertenecemos a la zona económica de mayor potencial en el mundo (Norteamérica), tenemos los instrumentos comerciales para despegar económicamente, la coyuntura de suministro global nos señala como el gran destino de posibles reubicaciones industriales, y contamos con las condiciones para ser un socio confiable (con capacidades en temas de infraestructura, energía, sustentabilidad, demografía, etc.), al gobierno en turno no le interesa nada de ello porque contra el sentido común y de solidaridad social, esa luz en el túnel significa en sus acotadas mentes la extinción de su vida política. Ellos quieren que el retraso sea permanente y estructural como una forma de garantizar su permanencia.

En fechas recientes han confesado sus perversas intenciones al indicar que si la clase pauperizada logra evolucionar, entonces se les olvida su condición previa y dejan de ser aliados políticos. Entonces los quieren pobres y hambrientos, al más viejo estilo de los gobiernos totalitarios depredadores de libertades.

Y por eso nos toca actuar a quienes sí queremos a México. A quienes sí vemos la posibilidad de resolver los problemas de los rezagos sociales y nos ocupa hacer que eso cambie muy pronto. Y sin duda es posible, pero tenemos un buen camino por recorrer. Porque quienes no quieren el bien real del país harán, y están haciendo todo lo posible por evitar la alternancia, y, por lo mismo, desean minar incluso un entorno de claridad y normalidad democrática.

Conscientes de que no van a ganar las elecciones próximas porque la población ya no está contenta con su nulo desempeño, que no es sostenible más el castillo de naipes que han venido construyendo a lo largo de casi cinco años de gobierno, y al solamente quedarles un poco más de un año, pretenden en este momento minar el funcionamiento del árbitro electoral para que entonces se reduzca la certeza del procedimiento comicial. Como saben que no las tienen todas con ellos y que nunca han sabido admitir una derrota electoral, ahora recurren a atacar a quien organiza las elecciones para ver si así pueden a la mala permanecer en el poder y consolidar la perversa idea de crear un maximato.

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Afortunadamente la historia se escribirá por quienes desde la ciudadanía muestren lealtad con nuestra Constitución, libertades e instituciones. Es ese espíritu y convicción lo que generó el río humano que en más de 60 ciudades multiplicó el reclamo civil y pacífico de respeto al INE el 13 de noviembre pasado. Y como se generó la victoria consistente en derrumbar la amenaza de una reforma constitucional para dar muerte al INE, ahora el gobierno de abuso pretende impactar al mismo instituto, pero ahora queriendo destazarlo quitándole sus cuatro extremidades. El llamado Plan B es una trampa perversa que amenaza con robarnos la oportunidad de tener elecciones limpias, transparentes, eficaces y ciertas. Quieren regresar al sistema de hegemonía de gobierno previo a la reforma de 1996. Una regresión a la opacidad y al control del conteo de los votos desde gobierno. Atroz escenario que solamente los desnuda como autoritarios y anti-democráticos. Los que llegaron por las urnas ahora quieren evitar que alguien más tenga esa posibilidad. El abuso es descomunal.

Y por ello es que ahora toca a la ciudadanía mostrar que en este nuevo despertar el ímpetu es total para no permitir que nos arrollen. Toca a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el resolver en sendos expedientes de acciones de anti-constitucionalidad, controversias constitucionales y muy pronto juicios de amparo, la defensa del orden constitucional democrático. No hay duda de que el Plan B es incompatible con el texto de la Carta Magna, tal y como lo han admitido muy diversos estudiosos del tema, incluyendo el Senador líder de la fracción parlamentaria de Morena – Ricardo Monreal. Pero se requiere el pronunciamiento formal del tribunal para expulsar del régimen legal a estos ofensivos textos. Confiamos en la independencia de los Ministros y que al menos ocho de ellos muestren la capacidad y entereza ante la cita histórica que tienen de defender la democracia institucional. No nos fallarán. Estamos seguros de ello.

Por eso nos daremos cita el domingo 26 de febrero a las 11:00 horas en el Zócalo (y en lugares similares en muchas decenas de ciudades en el país) con la consigna de respaldar el trabajo de nuestro máximo tribunal (que afortunadamente ahora cuenta con una presidenta independiente y no sujeta al Poder Ejecutivo) y así dar pauta para que no se amenace el debido funcionamiento del INE y de nuestro sistema democrático. Será un ciclo de gran relevancia para el país y de inspirar renovada confianza en las instituciones.

Al final del día lo importante es que la ciudadanía ya entendió que sí tiene un rol preponderante en el funcionamiento diario del país, y que por lo mismo es importante nunca bajar la guardia. El espíritu del 13 de noviembre se renovará y fortalecerá el 26 de febrero. Lograremos dejar huella porque ahora el tema es que #MiVotoNoSeToca y es urgente que lo entiendan los enemigos de nuestra democracia. La población ya despertó para saber que no hay cheques al portador y que los que se contratan con el voto para gobernar no pueden abusar del mismo. Logremos entonces mandar una señal clara para que luego nos concentremos en ganar las elecciones en Coahuila y Estado de México. Seguiremos con la tarea de formalizar un plan de gobierno eficaz, las bases de un gobierno de coalición, el acuerdo para tener el método de selección del candidato común, y finalmente ganar en las elecciones nacionales de junio de 2024.

El destino es claro y nos pertenece a la absoluta mayoría de ciudadanos que buscamos salvar al país del terrible destino hoy en curso. Lo sabremos hacer y debemos seguir concentrados en ir adelante con convicción. Para atrás ni para tomar vuelo. Y porque sabemos que hay un futuro promisorio con beneficios tangibles para toda la población, es que no nos dejaremos llevar por quienes hoy abusan del poder (como no lo hicimos antes en que también hubo abusos importantes de sus predecesores, aunque ciertamente no con estas dimensiones o ímpetu destructor). Y es que Unid@s sabemos que llegaremos a donde queremos. Justamente con un amplio Plan C – Ciudadano para todas las personas que buscamos estar en un mejor país.

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Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México.

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