La cita ciudadana es el próximo 26 de febrero a las 11:00 horas en el Zócalo y las principales plazas de muchas ciudades de nuestro país. Será una fiesta cívica y un acto de solidaridad con la democracia de todos los que queremos defender al INE del ominoso asedio presidencial. Proteger a nuestra mayor autoridad electoral autónoma, que ha probado una y otra vez su gran valía para organizar y certificar elecciones, entraña decirle al poder que la democracia no se toca.
#ColumnaInvitada | La democracia se defiende en las calles
El 26 de febrero tendrá lugar una de las batallas más decisivas por la democracia mexicana.
@gdehoyoswalther
(Foto: Tomada de Facebook/ /martha.gonzalezmendoza.7)
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La reunión del 26 de febrero se ha hecho necesaria porque el presidente y su camarilla están intentando subvertir la Constitución al mandatar a Morena y aliados a aprobar, con una mayoría simple, una ley secundaria que tiene como objetivo despojar al INE de sus capacidades para organizar elecciones limpias. Esto no se puede permitir porque implicaría el fin de nuestra democracia. Ni más ni menos.
Afortunadamente una gran mayoría de ciudadanos discrepa del presidente. Esto se ve en las encuestas que colocan consistentemente al INE con una mayor aprobación que la del inquilino del Palacio Nacional. También se vio en el número gigantesco de personas que salimos a marchar el pasado 13 de noviembre. Nuestro mensaje fue recibido no solo en México, sino en el mundo entero.
No me cabe duda de que la reunión ciudadana del 26 de febrero será un éxito, incluso mayor que el de noviembre pasado. Bajo el eslogan "Mi voto no se toca", la movilización es organizada por más de 60 organizaciones de la sociedad civil. El peligro del llamado Plan B del presidente es manifiesto.
En primer lugar, viola la Constitución y ya existen varios recursos legales presentados ante la Suprema Corte de Justicia que así lo indican. En segundo lugar, existe un alto riesgo de que se anulen las elecciones del 2024, lo que llevaría al país al caos. En tercer lugar, hay un intento de quitarle poder al INE al minar la confianza en la credencial de elector que hasta ahora ha servido muy bien como identificación ciudadana. En cuarto lugar, el computo electoral sería más ineficiente y más tardado, lo que aumentaría la incertidumbre sobre el resultado.
En quinto lugar, permitiría que los gobernantes intervinieran en el proceso electoral al sumarse a campañas de candidatos específicos, lo que promovería la falta de equidad. En sexto lugar, disminuiría la posibilidad de que los ciudadanos votaran cerca de casa, lo que promovería más abstención electoral. En séptimo lugar, permitiría que muchas personas votaran sin credencial de elector, lo que incrementaría la posibilidad del fraude electoral.
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Tomadas en su conjunto estas y otras propuestas contenidas en el Plan B hacen mucho más improbable que el INE pueda organizar elecciones confiables, como lo ha venido haciendo hasta ahora.
El 26 de febrero tendrá lugar una de las batallas más decisivas por la democracia mexicana. Y estoy seguro de que los verdaderos demócratas saldremos victoriosos frente a la amenaza autoritaria. De eso no hay duda. Ese triunfo será tuyo.
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El autor es abogado y presidente del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, A.C.
Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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