En primer lugar, vale la pena recordar a Plutarco Elías Calles, quien fue presidente entre 1924 y 1928. No obstante, al dejar el poder, retuvo una influencia decisiva sobre el acontecer político de México en general, y particularmente sobre el Partido Nacional Revolucionario (PNR, abuelo del PRI) y sobre los presidentes que lo sucedieron: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez.
La importancia política del general Calles era tanta que esta etapa de la historia de México se conoce como “el maximato”, en alusión a su mote: el “Jefe Máximo” de la familia revolucionaria.
Estudios históricos recientes han matizado la influencia de Calles sobre los siguientes presidentes. Antes, se creía que Portes Gil, Ortiz Rubio y Rodríguez eran títeres del general. Ahora se sabe que el Jefe Máximo incidía en sus gobiernos y los actores políticos de peso lo consultaban antes de tomar decisiones importantes, pero los presidentes conservaban márgenes de autonomía, impulsaban agendas propias y mostraban cierta resistencia ante la influencia callista.
Dicho de otra manera: Portes Gil, Ortiz Rubio y Rodríguez no eran entes pasivos, sino agentes activos, en su relación con Calles. Lo mismo ocurría en el PNR: Calles incidía fuertemente en el partido, pero otros actores también buscaban empujar sus causas dentro del Nacional Revolucionario.
Podemos ver una dinámica política similar a la descrita después de 2024: es posible que AMLO busque conservar influencia sobre su sucesor y una fuerte injerencia en Morena, pero al mismo tiempo será difícil que López Obrador mantenga un control total sobre el próximo mandatario y sobre su partido.
Un segundo referente histórico es el general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de México entre 1934 y 1940. Cárdenas encabezó un gobierno de vocación popular y construyó los cimientos del régimen posrevolucionario de partido hegemónico, que, con ajustes a través de las décadas, perduró hasta el año 2000.
Hay quienes han querido comparar al gobierno cardenista con el de López Obrador. Personalmente, no encuentro muchas similitudes, pero ésa es otra discusión. Por ahora, vale la pena centrarnos en dos acciones de Cárdenas: la posición que asumió en su proceso de sucesión presidencial y el impulso a la institucionalización del Partido de la Revolución Mexicana (PRM, antecedente del PRI) que promovió.
Cuando todo parecía indicar que Cárdenas elegiría como sucesor a alguien que profundizara las políticas populares de su gobierno, el general optó por un candidato moderado: Manuel Ávila Camacho. En esta decisión pesaron distintos factores, pero uno de ellos sin duda fue el ánimo de mantener la unidad nacional en un momento histórico complicado.