1.- Las naciones que tienen ambición y voluntad nacional llegan a dominar la política mundial, los avances tecnológicos y la cultura global porque cuentan con un sentido de destino que alimenta su energía competitiva.
2.- La identidad nacional unificada les da coherencia y unidad social y alimenta a una ciudadanía robusta y participativa.
3.- Las naciones con oportunidad compartida ofrecen a los individuos la posibilidad de prosperar, expresar ideas, innovar, crear y alcanzar una vida plena que no depende de pertenecer a un grupo, clase o tribu.
4.- Un estado activo y competente mira hacia adelante y su energía se convierte en la maquinaria para crear condiciones para el desarrollo y para dirigir el dinamismo nacional.
5.- Las instituciones efectivas reducen de costos de transacción y facilitan interacciones fluidas que permiten la operación eficiente del estado.
6.- Una sociedad que aprende y se adapta y propicia un ambiente intelectual abierto y dinámico, incentiva la innovación y constantemente reexamina las formas de hacer las cosas.
7.- La diversidad y pluralismo competitivos producen ventajas tanto por orígenes, intereses y tradiciones, como por su efecto en la autoridad, la gobernanza y el grado en que las personas valoran la multiplicidad.
El estudio señala que la sinergia entre estos elementos -cuya peculiar combinación da un carácter especial a cada sociedad- construye la competitividad social y que es fundamental la presencia de una élite político-empresarial fuerte y efectiva que no busque el beneficio individual sino la concreción del interés público.
En el caso de México, contamos con una sólida identidad unificada y, en diferentes momentos, hemos tenido un estado fuerte para guiar los esfuerzos de industrialización y apertura económica. La gran diversidad cultural y pluralidad es, sin duda, una riqueza incomparable. Aunque no existe un “destino manifiesto” como el de Estados Unidos, nuestro país tiene una mística y un orgullo que lo identifica y proyecta mundialmente.
No obstante, las profundas desigualdades económicas y sociales limitan las posibilidades para que todos los mexicanos puedan acceder a educación y empleos que favorezcan su progreso. México está muy lejos de convertirse en una sociedad que se caracterice por la innovación y generación de talento.
Las instituciones que pueden promover la competencia, detonar crecimiento y asegurar la gobernanza del país -como Suprema Corte, COFECE, INE, CRE, INAI, CONACYT, UNAM, CIDE y otros-, son relativamente jóvenes, les ha costado consolidarse como organismos autónomos o se están sometidos al ataque del poder presidencial.
La corrupción de gobiernos de todos los colores también ha debilitado sensiblemente la procuración de justicia y la independencia de los organismos autónomos.