Por ello es urgente un esfuerzo de concentración colectiva para enfocarnos en lo que realmente importa. Y esto es crucial por la simple y sencilla razón de que el país está en riesgo de caer en un régimen autoritario.
El presidente no se cansa de llevar una agenda con un propósito cada día más evidente: destruir los contrapesos que puedan rivalizar con su deseo de instalar un maximato y un esquema que se parezca o incluso rebase al sistema de partido único del siglo pasado. Él vivió y se creó en ese sistema y añora resucitarlo e instalarlo de nueva cuenta sin importarle los avances de los derechos de la ciudadanía.
Por todo ello estamos obligados a una seria reflexión de lo que mejor convenga. Y para muestra un botón: su reciente propuesta para una reforma electoral en la que, entre otras cosas, se lograría destruir al INE, politizar la designación de consejeros, capturar ideológicamente su funcionamiento, y penetrar con recursos ilícitos a partidos políticos.
Queda claro que esta propuesta de reforma constitucional tampoco pasará, Morena quiere desgastar a los partidos de oposición tildándolos de traidores y vituperando el hecho de que existan puntos de vista distintos al de la persona que ellos dicen encarna el Estado mexicano.
Ante estos disparates y amenazas, el tema central es que se requiere un gran acuerdo nacional en que la ciudadanía y los partidos de oposición generen un dique común para, por un lado, parar en seco reformas a nuestra Constitución, y por otro, ver hacia un futuro en que el país pueda fijar rumbo hacia la construcción de instituciones, la solidificación de libertades, y la consolidación del pleno respeto de derechos humanos.
No se puede tener distracción en la consecución de dichas metas. En esos objetivos no puede haber sino tenacidad y rumbo fijo. Hoy se pretende minar nuestras mínimas bases de sana convivencia y no se puede permitir que tengan éxito en tan bajo golpe a nuestra incipiente democracia.
El diálogo debe ser incluyente por naturaleza. En el proyecto nacional de reconstrucción cabemos todos. De particular importancia el que se sumen a este proyecto todas las personas que creyeron en la fórmula electoral ganadora en 2018 y que a base de golpes y destrucción han reconocido el tamaño del engaño perpetrado.
Además, tienen absoluta cabida todos los sectores más vulnerables que paradójicamente han sido los más golpeados por un gobierno que privilegia los caprichos y obras mesiánicas por encima de la salud, seguridad, justicia, trabajo y educación.
Si se entiende la dimensión de la emergencia, entonces no deberá haber problema para avanzar en ese gran acuerdo que nos lleve a determinar la candidatura única, muy probablemente a través de elecciones primarias en que la ciudadanía revise, analice, determine y legitime a la persona que mejor convenga para ser quien entre en una fórmula que incluya una coalición de gobierno.