La Corte resolverá el caso Cuevas-Morán, ¿qué pasará con el fiscal Gertz Manero?

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Para encontrar respuesta a esa pregunta vale la pena revisar a detalle la biografía del fiscal general , la cual ha estado ligada por lo menos por cuatro décadas al sistema justicia y a la situación de la seguridad del país (inseguridad pública, en realidad).

Gertz Manero conoce a fondo los vicios y virtudes del sistema de justicia y del sistema político, pues ha sido parte de ambos desde 1970 al ocupar una docena de cargos públicos.

En una entrevista con Carmen Aristegui , inició la conversación con una reveladora concepción de cómo se usa el poder político y el sistema de justicia en el país.

“En México, la justicia y la seguridad son instrumentos del Poder. No son servicios a la comunidad. En esas circunstancias, el poder público tiene, a través de la justicia y a través de la seguridad, el mejor instrumento para perseguir a sus enemigos, para encubrir a los suyos y para generar un nivel de impunidad”, declaró el 27 de agosto de 2017 –sin ser funcionario– al denunciar una serie de problemas para llevar al sistema judicial la denuncia por la muerte de su hermano Federico.

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Desde antes de ser fiscal, Gertz Manero ha sido una persona con influencias. Se ha desempeñado como agente del Ministerio Público Federal, fue parte del escalafón en la Procuraduría General de la República y ha ocupado altos cargos en la política gubernamental desde hace 25 años: en 1997, fue designado secretario de seguridad Pública por Cuauhtémoc Cárdenas, y se mantuvo en la dependencia en el interinato con Rosario Robles (hoy acusada y presa); posteriormente, fue secretario de seguridad Pública Federal con Vicente Fox (del 2000 al 2004).

En esa administración panista, Gertz se curtió en las lides del enfrentamiento al interior de un gabinete gubernamental, pues por sus tareas de seguridad terminó confrontado con el entonces procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, y con el director de la entonces nueva Agencia Federal de Investigación, Genaro García Luna.

Hizo una pausa en la alta esfera de los gabinetes durante las presidencias de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. De 2009 a 2012, fue diputado federal. Luego, combinó su actividad empresarial y la de académico y entre 2013 y noviembre de 2018 se desempeñó como rector de la Universidad de las Américas en la Ciudad de México, pero en realidad nunca se separó de la vida pública y política. Apenas inició el sexenio de López Obrador, fue designado como encargado de la Procuraduría General en diciembre de 2018 y esperó al mes de enero de 2019 para que el Senado de la República lo aprobara como Fiscal General.

El plazo de su encargo es de nueve años y concluirá hasta 2028. Su llegada a la FGR vivió la travesía de la simulación institucional, pues a pesar que desde el inicio se sabía que quedaría en el cargo, se hizo un proceso de auscultación de 27 candidatos, todo bajo las instrucciones del presidente López Obrador y la operación política de la mayoría de Morena y aliados en el Senado.

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Con ese respaldo para su llegada, cabe dimensionar su peso actual. En lo que va del sexenio ha tenido diferendos públicos con tres piezas claves del equipo del presidente López Obrador: el exconsejero Jurídico, Julio Scherer; la exsecretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el extitular de la UIF, Santiago Nieto Castillo . Todos han salido del llamado “primer círculo” del presidente, lo que lo fortalece de facto interna y externamente, pues hoy en día es considerado inamovible.

En su trayectoria, el fiscal ha recibido acusaciones y denuncias por lo que no es ajeno al escrutinio público y a los cuestionamientos de los medios; como referencia, destaca que en una búsqueda en la plataforma digital del diario Reforma se da cuenta que desde enero del 2001 ha sido mencionado en 141 columnas de opinión, es decir, es un personaje acostumbrado a que se hable de él, para bien y para mal.

Este lunes, al amparar a Laura Morán y Alejandra Cuevas Morán, el máximo tribunal reconocerá que hubo irregularidades en su proceso legal, pero también –sin mencionarlo– admitirá que en ese caso fue notoria la influencia de Gertz Manero en el sistema judicial.

Al inicio de este texto se realizó una pregunta: “¿Qué pasará con el fiscal Gertz Manero?”. La respuesta está en un respaldo que le hizo el presidente el 22 de diciembre, cuando se especuló sobre su posible relevo luego de que el caso Cuevas-Morán creció mediáticamente: “No hay ninguna señal de cambio en la Fiscalía General de la República. Estamos muy satisfechos en lo que corresponde al presidente, al titular del Poder Ejecutivo, estamos de acuerdo, satisfechos con el desempeño del fiscal Alejandro Gertz Manero”, remarcó.

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Seguramente, tras la decisión de hoy, el fiscal volverá a ser respaldado y seguirá en su cargo, acumulando poder, polémicas y confrontaciones.

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Nota del editor: el autor es jefe de información política.

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