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Se equivocaron los moderados y faltan políticos

Los moderados le salen debiendo mucho al país por falta de visión estratégica; los radicales siguen avanzando en la destrucción del país; los políticos siguen siendo demasiado escasos.
lun 10 enero 2022 11:45 AM
candidatos Morena 2024
La pugna por la candidatura presidencial sigue deteriorando al equipo presidencial.

Desde el principio de la actual administración, incluso desde la campaña y la transición, quedaba claro que la 4T estaría conformada por los radicales, fieles seguidores ciegos del Líder; y por los moderados, que sin ser incondicionales lograron colarse hábilmente.

Durante los primeros meses del actual gobierno se trató de depositar mucha confianza en los moderados, como posibles actores de diálogo y acercamiento de posturas, con la esperanza de que lograran incidir en las decisiones presidenciales.

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Al mismo tiempo, en algunos casos se trató de entablar diálogo con los radicales, pero en general se buscó la ruta de los moderados como manera de neutralizar a los radicales.

El Presidente tuvo la habilidad de nombrar a varios moderados en algunas de las dependencias más importantes, para dar una señal positiva de apertura y tranquilidad ante los escépticos y los críticos. Sin embargo, en los hechos nunca se les dio un lugar real en la toma de decisiones.

Así, se alimentaron por un momento las esperanzas de los dudosos de la 4T de que habría un gobierno más pragmático que ideológico; y se alimentó también el ego de varios moderados que creyeron que serían más poderosos.

No pasó mucho tiempo para ver que los radicales tenían más acceso al oído presidencial que los moderados. En cada momento importante de este gobierno en el que trataron de incidir, fue notorio que no habría forma de ejercer influencia sobre el jefe, mientras ganaban terreno los radicales.

Ejemplos hay de sobra, pero algunos de los más icónicos han sido la cancelación del aeropuerto, la renegociación de los gasoductos (que demostró la infinita ignorancia de los radicales), las decisiones en el ámbito energético, y más recientemente el manejo de la pandemia.

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En cada uno de esos momentos, el Presidente hizo creer en corto que los moderados tenían alguna relevancia, pero en los hechos y de manera pública, siempre privilegió a los radicales y sus visiones de choque.

Ante todo este contexto, desde el inicio de la administración en este mismo espacio dijimos que los moderados tenían un enorme problema: un ego demasiado grande que no les dejaba ver que serían mucho más exitosos si jugaban juntos que uno contra el otro.

El enemigo común para los moderados siempre debieron ser los radicales, pues son quienes realmente lograban incidir en el Presidente (lo poco que de por sí se puede influir). Pero los moderados prefirieron verse como enemigos entre ellos, por sus ambiciones personales.

Desde el arranque, era notorio que a pesar de tener carteras fundamentales e interrelacionadas, como Hacienda, la Oficina de Presidencia, Relaciones Exteriores o Economía, el interés de los moderados estaba más en sus proyectos personales o su necesidad de reflector.

A mitad de sexenio, es más que evidente que los moderados ya perdieron el juego. Y que eso implica que muy probablemente están perdiendo ya la carrera de 2024, a menos que sepan entender y corregir pronto sus errores.

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Tenían la enorme oportunidad de trabajar por el país, y de evitar muchos de los problemas estructurales que el Presidente López Obrador está o profundizando o creando según sea el caso. Pero decidieron jugar de manera personalista en lugar de hacer equipo.

Si los moderados hubieran tenido la humildad suficiente de generar un frente común ante las decisiones anacrónicas y regresivas del gobierno, tal vez hubieran impedido algunos de los problemas tan grandes en los que está entrando México.

Si tan solo hubieran sabido jugar a la política de alto vuelo, y hubieran cerrado filas, tal vez habrían podido crear incluso una corriente que les diera mayor competitividad electoral, así como perspectiva de mayor permanencia en la política.

A la 4T le faltó un tercer grupo clave que ha quedado vacío: los políticos. Siempre, en cualquier gobierno, hay bandos moderados y más radicales. Pero también solía existir un grupo de políticos que iban dando cierto equilibrio al poder.

Hoy, a más de tres años de gobierno, es evidente que ninguno de los moderados supo ser político. El único que lo logra por momentos es el Canciller; los demás no han entendido el juego.

Fuera del gabinete, sólo parece haber un representante del ala política: el coordinador de los Senadores de Morena. Monreal ha sido el único con un juego más estratégico, y con la capacidad y el colmillo necesarios para hacerle frente al presidente en temas de gran relevancia.

Hoy, en la pugna presidencial, ya no existen los moderados. Solitos se desterraron. Hoy, la pugna estará entre los radicales, que van ganando, y los que sepan ser políticos. Monreal sigue a la cabeza en ese grupo, con eventuales apariciones claras de Ebrard.

Aún así, sigue siendo muy endeble la caballada política ante el servilismo y rijosidad de los radicales, que son los atributos que parecen gustarle más al Líder Decisor.

Lo más lamentable de todo este contexto sigue siendo la oposición. En un entorno tan claro de pugna y mediocridad en la 4T, la oposición la tiene muy fácil para lucir. Pero han preferido el difícil camino de hacer todo mal para regalarle más poder y avances al Líder Presidencial.

Los moderados le salen debiendo mucho al país por su ego y falta de visión estratégica; los radicales siguen avanzando en la destrucción del país; los políticos siguen siendo demasiado escasos; y los opositores… siguen siendo los mismos de antes pero peores.

Mal panorama a dos años de entrar en el difícil año de la sucesión presidencial. Salvo alguna sorpresa, parece que los radicales avanzarán cada vez más en esa carrera. Ojalá que oposición y moderados entiendan que ya es momento de ser políticos y rifársela por México.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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