Reventó las ligas de Bejarano
Esta candidatura contaba con todos los elementos necesarios para perder. Van cuatro, sólo por citar algunos: enfrentarse a todo el aparato de poder y dinero de Morena en la Ciudad de México; ser un personaje casi desconocido en la política de la capital como lo era Gio (aunque no así en Coyoacán); estar en las encuestas 16 puntos abajo en el mes de enero y, finalmente, enfrentarse al otrora poderoso grupo de Los Bejarano, a René Bejarano –sí, al “Señor de las ligas”–, ese clan que, como la humedad, se fue metiendo a la Jefatura de Gobierno hasta colocar a sus incondicionales en las candidaturas de varias alcaldías.
Casi nadie se hubiera atrevido a pelear por esa candidatura en Coyoacán y competir en un escenario como ese, prácticamente sólo con factores negativos. Era una derrota cantada desde el inicio. Pero los pronósticos fallaron... ¡gracias a su resortera!
El hombre de la resortera
El alcalde electo tiene 51 años, está casado y tiene dos hijas. Estudió Administración de Empresas. Los proyectos que inició su abuelo, que siguió su padre y que él mantuvo, le dieron la posibilidad de crecer como persona. Suele despertar muy temprano y comenzar su agenda antes de que amanezca. Duerme poco y suele llamar por teléfono desde que se levanta. No le gusta quedarse con dudas y para ello consulta, cruza datos, revisa la información y toma sus decisiones.
Ojo, pocos saben que hace unos años por su salud decidió modificar su dieta y bajar esos kilos demás que tenía. Aunque sigue siendo amante de los tacos y garnachas y hasta instauró un día de tacos durante su campaña. Hoy es un político de contacto, le gusta manifestar su afecto cuando choca las manos o cuando abraza a quienes aprecia. En sus conversaciones pasa de la anécdota, a las bromas y a tornarse serio cuando el tema lo requiere.