Sin saberlo, la jefa de Gobierno acaba de proyectar a Limón como candidata natural de la oposición en la CDMX para el 2024. Sheinbaum no vio ni de dónde le llegaron esos golpes (sin usar un ápice de fuerza brutal, como ellos) y lo que quedó claro es que su gobierno está encabezado por un grupo porril intolerante que apuesta a la eliminación de quien piensa diferente.
Sheinbaum se niega a reconocer que las cosas han cambiado en la CDMX y que sus feudos se tambalean conforme pasan los días. Primero, se negó a recibir a los alcaldes electos de la oposición, aglutinados en la UNACDMX. Segundo, cuando las y los alcaldes quisieron entrar al Congreso de la Ciudad en búsqueda de un diálogo, se les pretendió callar a palos y macanazos. En la llamada “ciudad de los derechos” se mandó a intimidar y golpear a la oposición, pero lo que no veían es que Lía como los otros alcaldes, no se doblaron y, por otro lado, refrendaron su vocación por el diálogo. Que Morena le apueste a los golpes no extraña; imagine, si se mandan a golpear entre ellos, qué puede esperar la oposición… y lo peor, la ciudadanía.
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Razón y valentía
En la discusión pública, la razón le asistió a Lía y el gobierno sectario de la ciudad, no le quedó más que recibirla y voltear a otro lado ante los señalamientos de represores lo que, a todas luces, son.
Como mujer valiente que es Lía Limón, ratificó la denuncia que interpuso en la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) por las agresiones físicas que sufrió. Acudió a la Fiscalía para la Investigación de los Delitos Cometidos por Servidores Públicos a ratificar la querella por los delitos de lesiones, uso excesivo de la fuerza pública, abuso de autoridad y otros que resulten, contra quien resulte responsable.