Frente a una gran amenaza, como lo es el actual fenómeno desmedido de corrupción que ha logrado anular la adecuada administración pública a nivel global, siempre es recomendable y ventajoso para quienes están dando la batalla, identificar si la fuente de la amenaza tiene un factor de vulnerabilidad. Identificar ese “talón de Aquiles” que puede hacer la diferencia en el resultado del enfrentamiento. Así, como la kryptonita, el mineral ficticio que se menciona en la serie cinematográfica de Superman, es el único material capaz de debilitar a Superman, en tiempos actuales, es muy probable que la respuesta a la lucha anticorrupción esté en manos del género femenino.
El estudio "The time is now", realizado por la oficina de UNODC, comienza planteando una pregunta interesante: ¿somos las mujeres menos corruptas que los hombres? La respuesta es sí, por lo menos en un plano fáctico, sin embargo, les adelantamos que la publicación es enfática al establecer que esto en ningún sentido se debe a un factor genético o intrínseco del género, sino que se debe a factores sociales que históricamente nos han hecho más vulnerables frente a los efectos de la corrupción. Pero ojo, cuando decimos “vulnerables” no solo nos referimos a que somos más propensas a ser víctimas de la corrupción, o a sufrir un mayor daño de los efectos de la corrupción, esto aun y cuando cierto, es solo una cara de la moneda. La otra cara de la moneda se refiere a que las mujeres también somos el género menos beneficiado de los actos de corrupción y, en consecuencia, estas dos caras de la moneda se traducen en que, en efecto, hasta ahora, sí participamos menos en hechos de corrupción que los hombres.