El afán por estipular el tipo de gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador ha ocupado mucho espacio en la conversación pública desde hace tiempo. No han faltado conceptos para tratar de dilucidar su naturaleza, identificar sus principales rasgos, diagnosticar sus virtudes y defectos.
A veces sesudas, a veces descocadas, las caracterizaciones oscilan en un anchísimo espectro que va de la democracia a la dictadura, del conservadurismo al comunismo, de la izquierda chavista a la derecha trumpista, del nacional-populismo al proto-fascismo, de la anarquía a la autocracia, etcétera. El litigio por cuadrarle una definición, por encontrar el término que mejor capture su esencia, ha sido largo, prolífico… y empieza a ser contraproducente.