Lejos de ver por el bienestar de los mexicanos, empezando por los pobres que tanto dice representar, el Presidente prefiere dinamitar cualquier posibilidad de crecimiento económico y desarrollo mediante decisiones de gobierno contrarias a cualquier actividad económica sana.
Iniciativas ideologizadas como la reforma eléctrica, la actual propuesta de cambios a la ley de hidrocarburos, la malentendida subcontratación, el etiquetado de alimentos, entre muchas otras, no hacen más que alejarnos cada día más de la posibilidad de invertir en nuestro desarrollo.
Esto, al final del día, nos aleja cada vez más de ese anhelo de desarrollo social, bienestar y prosperidad para las familias mexicanas. Poner reversa a la movilidad social del país, que ya de por sí traía un freno de mano puesto por las administraciones anteriores.
La oposición, por su lado, ha demostrado una gran incapacidad de cometer todos los errores posibles y por haber en un entorno tan delicado como el que hoy vivimos. Y todo, por estar más enfrascados en sus intereses particulares que en ver cómo cambiar de ruta.
Más preocupados por mantener los pocos nichos de poder que les quedan, que por ver la manera de elevar el nivel de debate público y de aprovechar los evidentes errores del gobierno actual para generar una consciencia en la ciudadanía, están viendo cómo repartirse migajas.
Lejos de haber emprendido un urgente proceso de reflexión interna en los partidos de por qué se dio la elección de 2018, y por qué se da lo que hoy vemos de la 4T, han decidido enconcharse de la mano de los políticos más cuestionados y con nula vocación.