En esta reunión quimérica, México llevaría a la mesa tres o cuatro problemáticas, incluidas la de los mexicanos en Estados Unidos, la migración de terceros países que cruzan por nuestro país y las fricciones fronterizas. Se agregarían uno o dos más en la escala de prioridades del gobierno mexicano actual.
Hasta hace poco más de dos meses, la agenda bilateral del más alto nivel carecía de constancia y de sustancia. Reitero, la del más alto nivel, porque la agenda existe siempre, es intrínseca a la profundidad y diversidad de nuestros vínculos bilaterales. Es densa y se descarga de manera compleja y permanente por los distintos actores públicos, privados y sociales que interactúan en ella.
Eso hubiera sido si la reunión se hubiera llevado a cabo hace tan solo tres meses. Pero es notable que, en tan solo 10 semanas, México se ha hecho de varios nuevos temas para el manejo de tensiones bilaterales que no pueden ser vistos como una casualidad: todo comenzó con el no reconocimiento al presidente Biden hasta el último momento, superados incluso por Rusia y dejando solo atrás a Corea del Norte. Enseguida, vino el exabrupto de ofrecer asilo a Julian Assange cuando México estaba de inicio fuera de esa mesa y de esa conversación, además de que quedaba claro que su decisión sería ir a Nueva Zelanda, y el procedimiento ya estaba siendo tramitado por su familia. Le siguió el desdén al Director Ejecutivo de la División de América de Humans Right Watch (HRW) cuando éste calificó de “extraordinaria gravedad” la decisión de desaparecer al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Si bien HRW no es una agencia gubernamental, se trata de una de las más poderosas ONGs dedicadas al tema de derechos humanos con sede en Nueva York que tendrá gran incidencia en la agenda de la actual administración estadounidense.
Vino después, la amenaza lanzada desde nuestro país de invocar al artículo 23 (laboral) del T-MEC en caso de que Estados Unidos “decidiera” no vacunar contra Covid-19 a los trabajadores migrantes mexicanos. Se creó una litis humanitaria y de salud donde no la había, de manera preventiva.
Luego se dio la defensa a ultranza de la producción mexicana respecto del inicio de una investigación en Estados Unidos para una salvaguardia internacional de las exportaciones mexicanas de berries o arándanos azules.