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#ColumnaInvitada | Biden y los símbolos de la democracia

Los símbolos de mayor trascendencia del primer día de Joe Biden están en la firma de las órdenes ejecutivas dirigidos a restablecer la paz y a recuperar el camino del progreso a la brevedad.
mié 27 enero 2021 11:00 AM
Poco ambicioso
Biden Firma órdenes ejecutivas.

El pasado 20 de enero de 2021 el mundo estuvo atento al Capitolio –símbolo de la unidad y gobierno del pueblo norteamericano– en Estados Unidos, ahora, para el relevo presidencial. Una ceremonia ininterrumpida desde 1789, cuando George Washington, primer presidente, tomó el cargo.

En su 46° edición, la ausencia y el silencio del líder de la confrontación a ultranza, del racismo, el conservadurismo y el machismo, Donald J. Trump, fue también un símbolo. Desafortunadamente, sus seguidores no son pocos. Hoy, frustrados y beligerantes, nos recuerdan que –en el país de la democracia– el auge del autoritarismo no es exclusivo de naciones menos desarrolladas. Trump le dio voz a miles de votantes mayoritariamente blancos, religiosos, conservadores y con pocos estudios, los famosos WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant) que integran una gran parte de la población, en su mayoría se mantienen leales a la ideología encarnada en él y el nuevo Presidente lo sabe.

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No hay mal que dure 100 años. Caracterizada por el uso de cubrebocas y otras medidas de distanciamiento, la toma de protesta del Presidente Joe R. Biden (el segundo católico en encabezar el Ejecutivo) estuvo llena de símbolos que enmarcaron el acto protocolario, así como las primeras acciones para tratar de amalgamar la opinión pública en una visión de cambio en unidad. Entre las actuaciones espectaculares, destacaron íconos de la comunidad afrodescendiente, latina y de la diversidad sexual, así como de la juventud pero, sobre todo, imperó el respeto a las instituciones y el discurso de inclusión y unidad:

“Eso es la democracia: el derecho a la disensión pacífica. El desacuerdo no debe llevar a la desunión. Seré un presidente para todos” (-J. Biden).

El cambio de Trump a la fórmula progresista Biden-Harris aparece en el horizonte democrático como una buena noticia, pues es necesario remontar diferentes déficits en temas como la defensa de los derechos individuales, el respeto a la diversidad, a los derechos humanos, a los migrantes y la lucha de las mujeres, la paridad, el multilateralismo, la lucha por preservar el ambiente y promover el desarrollo sostenible.

A muchas nos emocionó ver a dos mujeres líderes ostentando cargos de los más altos de gobierno, la Jueza Sonia Sotomayor (primera mujer latina en formar parte de la Suprema Corte) tomarle protesta a la primera Vicepresidenta en la historia de EUA, Kamala Harris (de ascendencia africana y asiática), vestida de morado –símbolo del feminismo– y con la esperanza que ello implique un nuevo pacto contra la desigualdad.

Pero los símbolos de mayor trasendencia están, quizá, en los hechos concretos, en la firma de las órdenes ejecutivas del primer día de esta presidencia dirigidos a restablecer la paz y a recuperar el camino del progreso a la brevedad. Medidas para atender la crisis de salud, la climática y la de migración han sido aplicadas ya, así como el regreso al Acuerdo de Paris, la cancelación del oleoducto KeystoneXL y el freno a la salida de la OMS se enfocan a restaurar acciones en el concierto internacional apuntando a la sustentabilidad y multilateralidad.

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En particular considero extraordinarias y significativas en la relación con México, lacancelación de medidas antiinmigrantes, como la de eliminar la palabra “alíen” –con su correspondiente carga ofensiva– de la nueva reforma migratoria, defender y fortalecer el DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), devolver los recursos a las ciudades santuario que habían sido cancelados por Trump y, en particular, detener la construcción del muro fronterizo. Todos ellos, mensajes poderosísimos.

Sobre esto último, el nuevo Comandante en Jefe frenó un muro, que era una de las piedras angulares en la narrativa anti inmigrantes mexicanos. Esta obra que nunca debió ser representa la inversión de billones de dólares tirados a la basura por la administración anterior en su retórica calculada para explotar el voto de miedo y de ultra derecha que casi le significa un segundo periodo.

Hoy soplan vientos nuevos, vientos de cambio. Lo que sigue en la relación bilateral con un Jefe de Estado que tiene en la oficina oval alusiones a Martin Luther King, Rosa Parks y un busto del icónico mexico-estadounidense César Chávez, conocido luchador por los derechos de los trabajadores del campo, se tendrá que construir por ambas naciones, ante lo cual, el mensaje de lado norteamericano es un guiño positivo.

Las señales y acciones son claras, es el fin de las políticas regresivas de la gestión pasada y aunque no esperamos cambios radicales en una relación bilateral compleja, el regreso al multilateralismo, la instalación de igualdad, paridad y un discurso respetuoso de los derechos humanos y la migración ya son excelentes noticias.

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Nota del editor: la autora es titular de la Unidad de Enlace Legislativo y Relaciones Instituciones de la ASF.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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