El hombre aterrorizado y envuelto en lágrimas, rogaba a los policías que lo soltaran y a cambio de ello, prometía delatar a los asesinos de los infantes. Aseguraba que era un drogadicto y trabajaba en “mandados” a los asesinos a cambio de droga.
Así que luego de informar a sus superiores, agentes se dirigieron a la calle República de Cuba 86 donde encontraron la imagen dantesca de una vecindad en donde habían huido decenas de sicarios, con cuartos de seguridad salpicados de sangre y restos humanos, droga, armamento y un pútrido olor a muerte. Al fondo, la estatua de la Virgen de Guadalupe, que enmudecida y sigilosa, fue testigo de horrorosos sucesos.
En ese lugar torturaron y desmembraron los cuerpos de los niños de manera infame. Aunque no está del todo esclarecido, al parecer los niños eran “halcones” de la organización “Anti-Unión”, los acérrimos enemigos de la “Unión Tepito”, lo que les derivó la sentencia de muerte.
Eran unos niños que, por su condición económica, necesitaban participar del negocio de la droga. Que encontraron la desgracia muy jóvenes, porque inmersos en ese mundo, en el que no pidieron vivir, finalmente iban a ser destruidos. Y se trata de datos, pues cada semana es asesinado un niño en la Ciudad de México a causa del narco.