Cuando un gobernante tiene conocimiento y pruebas de la comisión de uno o varios delitos está obligado a presentar las denuncias ante las instancias del sistema de justicia. El respeto por las leyes y por el Estado de Derecho asegura la división de poderes, los controles indispensables para el ejercicio efectivo del poder y los procedimientos conforme a los cuales se deben procesar los hechos ilícitos.
Mientras que en otros países se puede enjuiciar a los presidentes por mal desempeño (Argentina), o por el incumplimiento a las leyes (Brasil), o por actos que infrinjan abiertamente la Constitución (Chile), en México los presidentes solo pueden ser acusados durante el ejercicio de su cargo por traición a la patria y delitos graves del orden común (artículos 108 y 111).