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La desgracia LeBarón

La comunidad mormona de LeBarón está expuesta a sufrir en uno de los lugares más remotos, peligrosos y contrastantemente bellos del país, escribe Caleb Ordóñez.
mié 06 noviembre 2019 09:46 AM
Caleb Ordóñez promo
Abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid.

¿Para qué escribir? ¿De qué sirve leer sobre la comunidad mormona de LeBarón si ya todos supimos de la desgarradora masacre que vivieron? Si al final de cuentas, todo indica, nunca encontrarán justicia. No te criticaría si dejaras de leer en este momento.

Me considero orgullosamente chihuahuense. Allá las cosas, aparentemente, siempre están mal. Está documentado en la historia del narcotráfico, eso es duele más. Chihuahua ha sido una tierra generosa y fértil para culturas tan diversas como los menonitas y mormones, quienes han convivido en paz durante años con los tarahumaras.

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“Se trata de una falsedad enorme desde el gobierno de Donald Trump y de López Obrador”, dice Julián Lebarón, quien asegura no tener idea de quiénes fueron los causantes de una de las masacres más dolientes de la historia de las tierras mormonas.

El presidente dice haber conocido Chihuahua, pero no parece tener idea lo que es vivir en esa tierra tan caliente. Porque vivir en Galeana, Chihuahua, donde el crimen organizado asesinó e incineró al menos a seis niños y tres mujeres, mientras que otros seis menores siguen lesionados, es una realidad lacerante.

“¡¿Solamente queremos saber quienes fueron?!”, se pregunta y duele Julián LeBarón, quien se ha convertido en un guerrillero de las autodefensas, a partir de que su primo Erick fue secuestrado en 2009.

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Allá, en la tierra donde sufren de todo; se trata de narcotráfico, de peligro y tortura. Vivir en esa tierra tan peligrosa y arriesgada, tiene problemas muy remotos, aunque su gente sea infinitamente noble, menos los malditos sicarios.

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Y es que morir en México por causa de las drogas, incluso es más peligroso, hasta 10 veces más, que dedicarse a ser soldado en Estados Unidos. La comunidad mormona de LeBarón está expuesta a sufrir en uno de los lugares más remotos y contrastantemente, bellos del país.

Allá, es la tierra prometida del valle. Lejos del ruido de las ciudades como Juárez y Chihuahua, se encuentra colonia Juárez, muy cerca de Casas Grandes".

Para los que han conocido esos lejanos territorios, se maravillan de lo impresionante de su infraestructura, de sus campos verdes y la sencillez de su gente. Luego, muy cerca, está la colonia LeBarón, llena de recuerdos, armas y desdicha.

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Paisaje maldito

Brent Lebarón se dice orgulloso de su granja en esas tierras norteñas. Explica que la polémica siempre ha acompañado a su apellido. Narra que llegaron desde 1924, ellos forman parte de una rama fundamentalista de los mormones, quienes son partidarios de la poligamia y al no aceptar en Estados Unidos de ésta, decidieron mudarse a México, donde siguieron con su estilo de vida.

En 1955, Ervil y Joel LeBarón, el primero, abuelo de Brent, formaron la Iglesia del Primogénito de la Plenitud de los Tiempos, cuya sede está en ese pequeño poblado de Galeana, Chihuahua.

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El pleito por el liderazgo de la iglesia del pueblo, llevó más tarde a Ervil a asesinar a su hermano Joel, por lo que anduvo convicto por muchos años en México. Incluso, ya estando preso, Ervil LeBarón escribió una “biblia” en donde ordenaba la muerte de los disidentes de su iglesia y se desató una masacre en la que participaron varias de sus esposas como Rena Chynoweth y Vonda White. En 1979, Ervil LeBaron fue arrestado por la policía mexicana y extraditado a los Estados Unidos; lo sentenciaron a cadena perpetua en la prisión estatal de Draper, Utah, por el asesinato de Rulon Allred. Se suicidó el 16 de agosto de 1981 y dejó una carta donde decía: “Me fui a conocer a mi creador”. El hermano de Ervil, Verlan (a quien Ervil había intentado matar) falleció en un accidente automovilístico en la Ciudad de México dos días después de que Ervil fuera encontrado muerto en su celda.

Incluso, en una entrevista en octubre de 2012, con el medio estadounidense Vice Magazine, Brent LeBarón declaró que algunos miembros de la familia LeBarón no creían que se tratara de una coincidencia, él creía que su abuelo era un asesino incluso desde la prisión.

El libro que escribió Ervil en la cárcel, conocido como The Book of the New Covenants (El libro de los nuevos mandamientos), ordenaba asesinar a los disidentes de la iglesia y añadía una lista específica de personas. Tres de estos asesinatos se perpetraron simultáneamente el 27 de junio de 1988 a las cuatro de la tarde, por lo que se conocieron como “asesinatos de las cuatro en punto”.

No se trata solamente de una familia perseguida, sino de la desgracia y la polémica.

La pérdida de Benjamín LeBarón y su cuñado Luis Wirdman, a manos de los narcos, ha sido una de las situaciones que más han marcado su triste historia. Luego fue ejecutado Daniel LeBarón por sus presuntos nexos con el narcotráfico.

Aquellas “buenas personas” que un día llegaron a habitar Chihuahua en los tiempos del ex presidente Lázaro Cárdenas, ahora son llamados “el cártel de galeana” porque son bravos y hoy más que nunca, buscan venganza.

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Esta nueva revuelta y serie de asesinatos tiene sus raíces cuando fue secuestrado Erick LeBarón. Aquella vez la comunidad mormona se posicionó en el palacio de gobierno de Chihuahua para manifestarse en contra de los secuestros. En ese entonces, algo hizo ese gobierno y regresaron a Erick con vida.

Sin embargo ahora, ¿Para que se manifestarían si al parecer nadie escuchará o entenderá a los pobladores, aquellos que no tienen idea de cómo se maneja este tipo de situaciones?

Allá donde se pelean por todo, incluso por el agua.

Sin rumbo

La política del actual gobierno es “abrazos y no balazos” parece muy lejos de la realidad de lo que sucede en tierras tan calientes como la frontera entre Sonora y Chihuahua, para Andrés Manuel López Obrador y ante la pregunta de la prensa, ese día que ocurrió la masacre “fue un buen día” y sentenció con “Hemos detenido la escalada de violencia”.

La familia LeBarón fue atacada a balazos por un grupo armado en Sonora, fueron mujeres y niños las víctimas. En el país no se entiende aún la gravedad del asunto. Fuera de las extravagantes y polémicas historias de los LeBarón es imperante dar justicia a la familia mexico-americana.

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“No sé cuál será intención, nuestra exigencia de todas nuestras comunidades es que queremos saber exactamente quiénes fueron, por qué lo hicieron, de dónde son y necesitamos que sea cierta esa información,” clama el activista Julián LeBarón. Se parece mucho al clamor, que se ahoga en la garganta de miles y miles de mexicanos, que no han conocido la justicia y que nunca encontrarán, lamentablemente.

Por lo pronto, el presidente está seguro que ése, el día de la desgracia “fue un buen día”.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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