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La más baja de las Cámaras

A un año de esta legislatura es claro que el nivel de los diputados es infinitamente menor que el de los senadores, escribe Don Porfirio Salinas.
lun 09 septiembre 2019 10:00 AM
Don Porfirio Salinas
Don Porfirio Salinas

En los sistemas de gobierno con Poder Legislativo bicameral, al Senado se le suele llamar la Cámara alta y a la de Diputados la Cámara baja. La razón es sencilla: en principio, para llegar al Senado se cuenta con mucho mayor trayectoria y experiencia; es, digamos, la de mayor nivel.

En esta 4T, lamentablemente, el nivel de los legisladores de la fuerza mayoritaria es el peor que hemos visto en décadas, en ambas cámaras. Sin embargo, a un año de esta nueva legislatura es más que claro que el nivel de los diputados es infinitamente menor.

Y no sólo es el nivel de preparación y madurez, sino el bajísimo nivel político lo que caracteriza a los diputados de la 4T, empezando por su coordinador Mario Delgado; y a muchos de oposición.

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El mejor ejemplo del ínfimo nivel de la actual Cámara de Diputados, liderada por Morena, es el vergonzoso episodio que se vivió para la renovación de la Presidencia de la Mesa Directiva.

La trifulca demostró una vez más, aunque con mucho mayor contundencia, la clara incapacidad que tiene Delgado para coordinar al grupo de Morena, quienes aparentemente no ven en él un liderazgo.

El de Morena es un grupo parlamentario disímbolo, con intereses muy diversos, tan diversos como los grupos y visiones que lo componen.

La mayoría son radicales e ideologizados, que esperaron por décadas para llegar al poder; otros son oportunistas moderados; la minoría son gente con vocación".

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Esta mezcla ha dado por resultado que durante esta Legislatura se estén realizando las propuestas legislativas más inverosímiles, con poco o nulo sustento más que la ideologización. En consecuencia, las reformas legislativas de este último año han sido las más deficientes en mucho tiempo.

Al tener mayoría calificada en conjunto con sus aliados del PT, PES y PVEM, Morena es una aplanadora ante la que poco o nada pueden hacer los partidos de oposición, quienes además están estancados en sus propios problemas internos que son incapaces de afrontar y resolver.

Hoy, son los propios diputados de Morena quienes representan el mayor obstáculo para el proyecto transformador del presidente López Obrador, quien saturado por las presiones de la Presidencia poco tiempo puede dedicar a poner en orden a sus huestes.

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Por eso se sienten libres para impulsar lo que ellos creen que es necesario para minimizar a cualquier oposición, y para marginar del sistema democrático a todos aquellos actores del pasado que consideran que los agraviaron durante tantas décadas.

Así es como se dio su intentona por imponer una reforma legal para que Morena presidiera la Cámara durante los tres años de esta Legislatura, eliminando cualquier posibilidad de espacios para los partidos de oposición; olvidando, como lo dijimos en este espacio, sus luchas históricas.

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Afortunadamente, fue el propio Porfirio Muñoz Ledo, quien decidió retirarse de la Presidencia de la Cámara, al ver que sus compañeros eran incontrolables, demostrando las tantas décadas de experiencia y colmillo político que tiene.

Muñoz Ledo, a diferencia de sus compañeros de bancada, supo leer los comentarios que hizo el propio presidente López Obrador en la Plenaria de los Legisladores morenistas al ver el grave problema de imagen pública en el que lo metían sus propias huestes.

Tal fue el problema por la renovación de la Presidencia de la Cámara, que incluso en las últimas horas tuvo que intervenir la secretaria de Gobernación, a instrucción del Presidente, para que se respetaran la ley y el acuerdo político de rotar la presidencia entre los tres principales partidos.

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Para darle salida a los grupos más rijosos de diputados morenistas y sus aliados del PT, se acordó una reforma a la Ley Orgánica del Congreso para que, a partir de la próxima legislatura, si un partido tiene la mayoría presida durante el primer año y medio, y después se rote entre los tres siguientes partidos cada seis meses. Veremos si en el Senado se aprueba la reforma.

Era tan surrealista la discusión, y tan deficiente la redacción de la reforma, que el propio Muñoz Ledo en su última sesión espetó a sus compañeros, creyendo que el micrófono estaba apagado, el célebre “¡Ch...en a su madre, qué manera de legislar!”.

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Y Delgado se aventó la joya decir que no aceptarían como presidente de la Cámara a "nadie que haya ofendido a Porfirio, y nadie que haya ofendido al Presidente".

Como si él no hiciera su carrera ofendiendo desde la oposición; como si tuviera la calidad moral para decidir qué es ofensa y qué no".

El Senado vivió una pelea similar cuando Martí Batres trató de reelegirse como presidente de la Mesa Directiva. Sin embargo, el conflicto se resolvió al interior del propio Morena, gracias al gran colmillo político de su coordinador Ricardo Monreal.

Esto vuelve a evidenciar la gran diferencia de estatura política entre los coordinadores Monreal y Delgado.

Por eso hoy Monreal es el actor político con mayor capacidad de contrapeso, mientras que Delgado es visto como un peón".

Es vergonzoso el papel de los diputados morenistas en este primer año de gestión. Y es casi una broma de mal gusto que Delgado se crea meritorio de buscar la Presidencia del partido. Si es incapaz de coordinar a 250 diputados, imposible que lidere al principal partido político del país.

En estas semanas de trifulca, ha quedado claro que la de diputados es realmente la más baja de las Cámaras del Congreso de la Unión en tiempos de la 4T.

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Lo único positivo de estas peleas por las mesas directivas es que, por primera vez en la historia, ambas Cámaras serán presididas por mujeres: Laura Rojas del PAN en Diputados y Mónica Fernández de Morena en el Senado.

Es momento de que López Obrador tome medidas urgentes para poner en orden a sus diputados y senadores, antes de que le empiecen a descarrilar sus sueños de trascender con su Cuarta Transformación.
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Don Porfirio Salinas es un híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera.

Nota del editor: Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

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