Proceso viciado
Los analistas valoran que el proceso quedó enturbiado, además, por la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador. El 26 de diciembre en su conferencia matutina afirmó que ella no es su candidata, pero “es una mujer que está de acuerdo en la transformación del país”.
Tres días antes, el día 23, minimizó como un “error” de estudiante un posible plagio, y más aún “el presidente dijo que él no quería que quedara el ministro rico ¿Quién es el ministro rico o por qué hace alusión a los ministros conservadores?” advierte Garza Onofre, el experto de la UNAM.
El especialista Reyes, también de la UNAM, alerta: con “la defensa que hizo de ella el presidente, le resta atributos” por el papel autónomo que debiera jugar la SCJN.
Para Concha Cantú ya antes ha habido injerencia presidencial en el Poder Judicial y “en varios episodios ha amagado, ha puesto contra la pared y criticado las cosas que decide la Corte”.
Pero es normal que se complique el proceso pues el presidente de la Corte ”seguramente es el segundo funcionario más importante del país, no sólo por las cosas que resuelve la Corte sino por el tamaño, el presupuesto y los recursos del Poder Judicial Federal”.
Pero con sus mensajes el presidente López Obrador causó que “ya esté enturbiada la sucesión y para evitar llevarse a todos al baile y no mermar aún más la credibilidad de la SCJN” la ministra debiera salir de la Corte, insiste Garza Onofre.
Pero no es tan fácil, admite. Aun cuando sea posible una dimisión al cargo no hay regulación. Por eso “cuando sucede algo como esto estamos a la buena de Dios y atenidos a que los involucrados den un paso para atrás”.
Lo que es seguro es que ni el presidente López Obrador que la propuso al cargo, ni el Senado de la República que la ratificó, ni los 10 ministros pares que integran el Pleno pueden tomar una decisión que sólo toca a la ministra.
“La autonomía e independencia de la SCJN radica precisamente en eso, que son designaciones por 15 años y los involucrados no pueden responder a las presiones o designados de otros poderes como el Legislativo o Ejecutivo”, expone.
El artículo 98 de la Constitución señala que procederán las renuncias de los integrantes de la SCJN exclusivamente “por causas” graves, que éstas serán sometidas al presidente de la República y que si éste las acepta, el Senado deberá dar su aprobación.
Dado que sólo dice eso, “lo que entra en juego es la ética y por eso estamos pidiendo que ella misma se haga a un lado”.
El caso más reciente, recuerda, es el del ahora exministro Eduardo Medina Mora, quien renunció y no explicó las causas graves para ello. “Nunca la supimos y creemos que fue por la información de que tenía transferencias millonarias que no se podían explicar, se abrió una carpeta de investigación, pero no quedó en nada”.
Por eso “lo que podemos entender es que renunció por amenazas, por presiones o por negociar” y lo mismo puede aplicar ahora con Esquivel Mossa.
“Puede haber presión si, puede haber chantajes, negociaciones también, pero que el presidente la obligue a renunciar no, en absoluto” y nadie podría hacerlo si ella no lo decide, plantea.
En cambio, “si puede solicitar una licencia hasta por un mes en lo que se aclara pero no lo va a hacer, está empeñada en llegar hasta lo último”.