A dos meses de que inició el brote todavía se desconoce qué lo originó. Esta situación no es la única. De 2019 a 2022, en México se han registrado, al menos, seis brotes infecciosos por medicamentos contaminados o procedimientos médicos sin apego a las normas.
De esos tres brotes poco se sabe. Se iniciaron investigaciones sanitarias y penales, se analizaron fármacos y verificación de hospitales. Pero no hay resultados concluyentes que permitan identificar con exactitud las causas.
Además, estas investigaciones epidemiológicas son complejas, ha declarado el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. Incluso, para indagar el brote de meningitis en Durango, México acudió a organismos de otros países, como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos; la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) del mismo país, y la Universidad de Texas.
Sin embargo, expertos en salud y adquisición de fármacos advierten que, cuando un sistema de salud registra fallas recurrentes en el abasto de medicinas, como ha ocurrido en México en los últimos años, se abre la puerta al mercado negro de insumos médicos y, con ello, a la falsificación y robo de medicamentos. Estos fármacos irregulares pueden causar daños a la salud o contaminarse por no contar con procesos adecuados de manejo.
“Esto impacta no solamente en la salud, también en la tranquilidad de las familias, en un aumento del gasto de bolsillo, un aumento en los casos de robo y falsificación. A la par de la disminución del acceso efectivo a los medicamentos aumentan estos efectos adversos”, explica Andrés Castañeda, coordinador del colectivo Cero Desabasto.
El caso Tabasco
A finales de febrero de 2020, 67 personas en tratamiento de hemodiálisis enfermaron tras recibir el medicamento heparina sódica contaminado con la bacteria Klebsiella spp y al menos 10 fallecieron. Los pacientes fueron atendidos en el Hospital Regional de Pemex en Villahermosa, Tabasco.
El medicamento lo fabrica la farmacéutica PISA, la cual informó que la heparina sódica contaminada no correspondía con su producto, pues registraba anomalías en el empaque y no incluía todos los ingredientes de su fórmula. Es decir, podría tratarse de un medicamento falsificado. Dos semanas después del inicio del brote, la Cofepris emitió una alerta para retirar el lote contaminado de heparina sódica.
Por este caso se interpusieron denuncias en la fiscalía de Tabasco y en la Fiscalía General de la República (FGR). Sin embargo, la primera se declaró incompetente para investigar, con el argumento de que le correspondía a Pemex.
Casi siete meses después, un juez federal ordenó la aprehensión de José Roche Pérez, el proveedor de la heparina sódica contaminada por el delito de fraude. Pero no se conoce más información sobre cómo se infectó el medicamento.