Este fue el caso de la familia Islas. Don Juan se cayó durante la pandemia y acudió a un hospital del IMSS para ser atendido. El diagnóstico fue una fractura de fémur diafisiaria en la pierna derecha e iba a hacer atendido en su clínica, pero como no había insumos suficientes, lo tuvieron hospitalizado durante seis días sin recibir tratamiento. Como sus hijos y esposa ya estaban muy preocupados por él, decidieron trasladarlo a una unidad privada, aun cuando los gastos superaron los 100,000 pesos, pero en dos días, después de su cirugía y tratamiento, el señor de la tercera edad ya estaba de vuelta en su casa.
Esta es la opción que utilizan muchos mexicanos que a pesar de estar afiliados a una institución pública de salud, prefieren acudir a clínicas privadas para una mejor atención y a CAF debido a que les parecen más cercanos y más eficientes.
Los datos de Ensanut 2020 revelaron que de los afiliados al IMSS, solo 49% utilizó sus unidades y el 45% usaron sector privado o CAF; en el ISSSTE solo 36% utilizó los servicios y 57% acudió al sector privado, en tanto que en la población sin seguridad social solo 26% usó servicios de la secretaría de salud y 69% usó servicios privados.
No obstante, Colchero Aragonés señaló que esto también podría ser un riesgo, pues aunque mucha gente acude a ellos por su cercanía, los tiempos de espera son más bajos y perciben que es barato, “el gasto de bolsillo en cualquier CAF es mucho más alto que cualquier otro lugar público”.
“¿Cuál es el problema de uso de servicios privados? Por un lado, no están regulados, los médicos tienen incentivos para preescribir medicamentos que no son necesarios y se compran en la farmacia de al lado, el personal de salud está menos calificado que en el sector público, pero un problema muy grave es el gasto de bolsillo tan grande que existe en sector privado”, aseguró.