En el libro señala que López Obrador se parece más a Luis Echeverría que a Benito Juárez. ¿En dónde ve ese parecido?
Me parece claro que el presidente quiere recrear los años 70. Él considera que todas las reformas a partir de 1982 fueron equivocadas, que las razones de la desigualdad, de la falta de crecimiento, del pobre desempeño de la economía son producto de esas reformas. Culpa a los tecnócratas de todos los males y por eso construyó un gobierno como el que ha desarrollado. Veo al presidente como un operador priista en los años 70 en Tabasco, viendo a Pemex como la gran empresa generadora de demanda por toda la economía, el gran promotor del crecimiento. Creo que quiere recrear eso, y esa es la época que inventó Echeverría, ese nacionalismo revolucionario.
Si él pudiera borrar esas reformas y viajar en el tiempo, se iría a esa etapa porque es cuando considera que México estaba bien. Podemos discutir si estaba bien o no, pero lo seguro es que no puede recrearse”.
¿Esa comparación ha tenido reacciones en el círculo gobernante?
Nadie me ha comentado, pero yo sí creo que el presidente López Obrador pudo haber sido el gran reformador que México necesitaba, porque no tiene compromisos o no los tenía con todas las fuerzas que hacen que el país no pueda desarrollarse, y si en vez de aliarse con algunas de ellas las hubiera desmantelado como grupos de interés, el país podría haberse transformado radicalmente en cosas que los anteriores no querían o no podían plantear porque eran socios de esas fuerzas.
¿De qué fuerzas hablamos?
Grupos empresariales, algunos grupos de comunicación, algunos sindicatos, la CNTE en particular. Si queremos disminuir al punto más claro donde está el problema de Chiapas y Oaxaca, la CNTE es uno de los factores más importantes de poder que impiden que esos estados se desarrollen.
¿En qué situación ve a México hoy?
Tenemos una disyuntiva como país, y es si queremos ir hacia una sociedad de capitalismo democrático o si queremos ir a una sociedad más de capitalismo autoritario. Creo que esa es la disyuntiva importante, que ahí es donde estamos los mexicanos, y más que estar esperando a un salvador, a un tlatoani que nos resuelva, tenemos que buscar a una ciudadanía que diga “por aquí sí, por aquí no”.