Otro punto clave de su libro es que López Obrador tiene un carácter autoritario. ¿De dónde viene ese carácter?
Su origen es muy claro: es el PRI. El autoritarismo mexicano tiene como cuna el PRI. Con el PRI sufrimos décadas de autoritarismo. Ahí es donde se incubó la opción política de López Obrador. Dentro del PRI siempre ha habido una corriente populista nacionalista, generalmente de derecha, aunque en algunos casos se inclinó a la izquierda, como con Lázaro Cárdenas en sus orígenes, con Cuauhtémoc Cárdenas, pero básicamente ese autoritarismo está ligado al populismo nacionalista revolucionario del PRI. Eso es lo que López Obrador arrastró del PRI al PRD y del PRD al gobierno.
¿Cuál cree que es la señal más clara de regresión?
Se puede observar en varios elementos. Su concepción de una economía campesina muy fuerte como opción que permita liberarnos de la dependencia respecto de Estados Unidos. Hay esa idea de la autosuficiencia alimentaria que viene de la época de (Gustavo) Díaz Ordaz, (Luis) Echeverría, (José) López Portillo. La idea de fortalecer el sector estatal de la economía, centrarse en el petróleo, que es una verdadera obsesión y que es el eje del antiguo régimen autoritario, se está rescatando. En varias ocasiones, ha mencionado que admira a (Antonio) Ortiz Mena, el secretario de Hacienda de aquella época.
Hay muchos elementos de esa regresión: la actitud política nacionalista, el intento de rescatar una identidad nacional que él encuentra desdibujada... Esto es un intento de regresar, pero que no solamente es imposible, sino que en el mundo de hoy es algo impensable. Además, él lo plantea en un contexto incoherente, contradictorio; por ejemplo, ese intenso nacionalismo choca con esa entrega vergonzosa que tuvo su gobierno con el gobierno de (Donald) Trump.
¿Diría que López Obrador está obsesionado con un país que se imagina que existió?
Sí, una especie de edad de oro que él se ha inventado, porque desde el punto de vista económico, todo el mundo en la posguerra y hasta comienzos de los 70 vivió una época de auge muy importante. Claro, México se benefició de eso, como todos los países, y él tiene esa imagen de que es posible regresar a eso, pero a escala mundial es imposible, y con la pandemia, menos. Lo que pasa es que, con sus posiciones sumamente reaccionarias, en ese paquete de la edad de oro de los años 60 y 70 incluye todo el autoritarismo, el despotismo del PRI de aquella época, represivo, sin libertad de expresión, una situación terrible que la gente joven difícilmente se puede imaginar.
Puedo entender que la transición democrática que hemos tenido no es la gran cosa, pero comparado con lo que había antes, vivimos tiempos mucho mejores que aquellos”.