“Si antes del COVID-19 era difícil hacer una denuncia, ahora estando en confinamiento con el agresor las 24 horas del día, se ha complicado. Antes de dejar los trabajos, las mujeres comenzaron a reportar que sus parejas les decían 'qué bueno que ahora sí te vas a quedar en la casa para que ahora sí te chingues y hagas lo que te toca', 'qué bueno que te vas a quedar en la casa porque así no andas de loca'”, refiere.
Agrega que antes el tormento para las mujeres llegaba generalmente en la noche cuando sus agresores regresaban a casa, pero ahora los tienen todo el tiempo cerca de ellas, lo que incluso ha generado que algunas pidan ayuda por mensajes de texto o redes sociales y otras más huyan de casa.
Detalla que, durante la etapa de confinamiento, la Red Nacional de Refugios ha realizado 19 rescates de mujeres que han tenido que huir de la violencia de sus agresores: siete en el Ciudad de México, cuatro en el Estado de México, dos en Morelos, dos en Puebla, dos en Chiapas, uno en Guerrero y uno en Hidalgo.
La experta en tema de derechos humanos, violencias y perspectiva de género recuerda que lamentablemente aún las mujeres están lejos de acceder a la justicia porque se les sigue re victimizando, porque los procesos no se inician con perspectivas de género, o las carpetas quedan archivadas.
“El 40% de las mujeres asesinadas, denunciaron previamente, sin embargo, no se hizo nada. Si estamos esperado a que las denuncias se incrementen para hablar que la violencia contra la mujer se ha aumentado, está mal porque solo es reflejo de una visión de patriarcado y contraria a derechos humanos”, comenta.
Pero la violencia también ha tocado a los niños. El 60% de las mujeres que llamaron para pedir ayuda manifestaron que sus hijos también padecieron violencia.