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#Testimonios: Mujeres cuentan agresiones sexuales, físicas y emocionales

Desde besos a la fuerza hasta violaciones y secuestros son las historias que contaron las mujeres que salieron a las calles este 8 de marzo a decir ¡Ya basta!
lun 09 marzo 2020 06:30 AM
Marcha 8M
Desde besos a la fuerza hasta la violación sexual, algunas agresiones que han sufrido las mujeres.

Ni la edad o el parentesco importó, a Sofía la violaba su papá desde que tenía seis años; Marú –ahora de 50 años– sufría violencia por parte de su marido durante su matrimonio; a Odette un novio la secuestró cuando decidió terminar con él: ella tenía 24 años y estaba en la Universidad; a Katya (nombre ficticio) un compañero de secundaria la besó a la fuerza.

Todas ellas, y muchas más, acudieron a la marcha con motivo del Día Internacional de la Mujer en la Ciudad de México para decir ¡Ya basta! Están en un proceso de sanación, pero ahora saben que no están solas y están dispuestas a luchar por sus derechos.

“Luego hablan solo del feminicidio cuando es algo de muchos temas de la reivindicación de la mujer, estamos apoyando el movimiento para que dejemos de normalizar esto y visibilizar este tipo de situaciones”, dice Erika Lozano, madre de Sofía Soberanes.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), seis de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia en el hogar.

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“Mi papá me violó desde los 6 años”

Sofía Soberanes camina junto a miles de mujeres vestidas de morado y verde en el centro de la Ciudad de México. Porta un cartel con la leyenda “Mi mamá me cuida, mi papá ya no me viola”. Junto a ella camina su mamá.

La joven de 17 años cuenta que de los seis a los 14 años, su papá abusó de ella sexualmente. Pero fue hace tres años que su “mamá la salvó”, después de que le contó qué es lo que había pasado. “Fue doloroso, implica muchas cosas una violación, te daña emocionalmente, físicamente”, dice la joven de rizos naranja.

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Sofía marcha junto a su mamá, quien "la salvó".

Erika Lozano, su madre, señala que al día siguiente de que Sofía le dijo fue a poner una denuncia: “Fue una catarsis muy fuerte, un choque en cuanto convencialismos entorno a la familia, pero en el momento que ella me dijo salimos de casa y comenzó un proceso de cambio, primero para ponerla a salvo porque intentaba suicidarse todo el tiempo”, dice.

Dice que están iniciando un proceso penal en su contra nuevamente, porque a Sofía le ha costado mucho declarar lo que le pasó. Primero no decía las cosas que sucedieron, hablaba solo de caricias, pero conforme avanzó el tratamiento psicológico y empezó a reconocer que era una violación y recordar, porque había bloqueado cosas, fue que la joven acusó que había muchas violaciones.

“Él me veía como mujer”, dice la joven, quien asiste a la marcha, tres años después de reconocer la agresión, con la convicción de que no es culpa.

Conoce más: Los hogares, los lugares más inseguros para ser mujer o niña

Su mamá agrega que ahora que es más fuerte y ya no se quiere suicidar todo el tiempo, llegó el momento de hablar y llegar a las últimas consecuencias. “Aún no termina la lucha, hasta que lo veamos en la cárcel así va a ser”, afirma.

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"Viví 10 años de un matrimonio lleno de violencia"

Marú Bravo tiene 50 años. Lleva una máscara negra cubriéndole la boca. Confiesa que durante 10 años vivió en un matrimonio llenó de violencia y malos tratos, que aún no se terminan porque tienen una hija en común, a la que se niega a darle manutención.

Explica que llegó a denunciarlo, incluso llegó con golpes, pero nunca le hicieron caso. Aunque está consciente de que vivió violencia por muchos años, reconoce que cuando uno está adentro de la relación no se da cuenta de que “es una dinámica nociva e insalubre”. Pero dijo ya basta cuando nació su hija.

Cuando nació mi hija, que fue niña, yo dije a ella no, a ella nunca más”, sentencia.

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Marú y su hija Simone marchan juntas en la Ciudad de México.

Bravo comenta que ha pedido manutención 18 años y nadie le ha hecho caso, porque la ley ampara a los hombres.

Ellos pueden decir que no tienen trabajo, pero a nosotras las mujeres nadie nos pregunta si tenemos trabajo o no, los hijos son de las mujeres, nosotras aunque sea vendiendo elotes los sacamos adelante, y ellos dicen ‘no tengo dinero y nadie les hace nada’, nadie les dice nada”.
Maru Bravo, víctima de violencia de pareja.

OPINIÓN: El México del que tenemos que hablar

No obstante, dice que sigue violentándolas y amenazándolas. Incluso ya le quitó la manutención a su hija porque ya tiene 18 años, pero Simone advierte que es su derecho que su padre le dé una carrera universitaria y la ayude a salir adelante.

Mi padre nunca se ha hecho cargo de mí y siempre ha mentido, siempre ha hecho trampa para que sus obligaciones nunca se cumplan y nos hace parecer a nosotras como si fuéramos las que somos injustas con él, es muy manipulador”, dice la joven.

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“Empezó a besarme por todas partes”

Katya iba en segundo de secundaria cuando fue violentada por un compañero. Estaba en clase y fue al baño, cuando apareció el que creía su amigo. “Me acerque a saludarlo, pero luego me agarró de las manos y empezó a besarme por todas partes”, dice aún con la voz temblorosa, pese a que ya pasaron cuatro años.

Comenta que la empujó hacia a una pared y entonces apareció un profesor y él la soltó. “Regresé a clase en shock. No pude decirle a nadie lo que había pasado, tenía miedo”, menciona.

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La joven tenía 13 años cuando su compañero la besó sin su consentimiento.

Durante dos años no pudo decirle a nadie lo que había pasado, incluso cuando se lo seguía encontrando en los pasillos de la escuela y se acercaba a saludarla “como si no hubiera pasado nada”.

Le contó a un profesor, pero no le dijo que había sido ella. Fue hasta que tenía 15 años que pudo externar a sus amigos qué había pasado y a reconocer que fue una agresión, ahora solo espera que no le vuelva pasar a ninguna otras.

Quisiera que a la próxima a la que le hiciera esto no se quedara callada como yo".
Katya, víctima de acoso en escuela.

“Cuando lo terminé, mostró su verdadera cara”

Han pasado 10 años desde que Odette dejó a su novio, quien trabajaba en la UNAM, él la secuestró y amenazó con publicar fotos de ella en sitios pornográficos.

“No lo he superado, aún tengo miedo y tengo todas mis redes sociales con candado porque él me amenazó con usar mis fotografías para ponerlas en sitios porno. N o es algo que lo superes, es algo con lo que vives toda tu vida, él está muy campante, es de la UNAM, lo denunciamos otras compañeras que también sido amenazadas, y la UNAM no hizo absolutamente nada”, afirma.

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En cada espacio que puede se detiene para escribir su nombre junto a la leyenda “acósame... ésta pendejo” y “...agresor sexual”. La marcha continúa, mientras ella escribe.

“(Las agresiones) fueron graduales, hasta que lo terminé, fue cuando él mostró su verdadera cara”, señala la joven que tuvo una relación con su agresor por aproximadamente dos años.

Cuenta que él dejó de agredirla a ella y otras compañeras que también había lastimado, cuando se organizaron entre mujeres, porque ni las autoridades de la UNAM ni en el Ministerio Público hicieron caso a sus denuncias, ni a ella, ni a otra exnovia de él que también había golpeado.

“Cuando nos organizamos, él se desapareció, jamás volvió a molestarnos, ahí está la importancia de la organización de las mujeres, nosotros no creemos en la justicia de las autoridades, tomamos justicia por nuestras propias manos", relata.

Cuatro testimonios de las mujeres que marcharon este 8 de marzo por calles de la Ciudad de México. De esas 80,000 que dice el gobierno CDMX que participaron, pero como en los casos e acoso y violencia, ya se sabe, son más, muchas miles más.

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