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La nueva Doctrina Monroe y sus implicaciones para México (segunda parte)

EU está impulsando una agenda que buscará activamente que México se mantenga estrictamente alineado a sus intereses en términos económicos, de seguridad, de migración y de recursos naturales.
mar 16 diciembre 2025 06:03 AM
Donald Trump
El gobierno estadounidense está formalizando en un documento del más alto nivel las amenazas de Trump y su círculo cercano de intervenir militarmente para combatir a las organizaciones delictivas en territorio latinoamericano (o mexicano), apunta Jacques Coste. (FOTO: AFP/Nocholas Kamm)

La Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca contiene tres pilares interconectados: mantener la supremacía económica y tecnológica estadounidense en el sistema capitalista global; contener la expansión económica y el desarrollo tecnológico de China; y revitalizar la Doctrina Monroe, mediante un relanzamiento del activismo político de Estados Unidos en América Latina para garantizar que la región siga siendo parte de su esfera de influencia.

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Lo preocupante del “Corolario Trump” a la Doctrina Monroe es que desliza (de manera no muy velada) que Washington buscará deliberadamente mantener a América Latina en el subdesarrollo, propiciando una integración desigual del hemisferio. Por ejemplo, el documento declara que Estados Unidos buscará construir cadenas de suministro regionales y fomentar la relocalización de empresas en países “amigables”, pero las empresas latinoamericanas deberán usar tecnología estadounidense para la producción de bienes y centrarse en la fabricación de productos de bajo valor agregado, que no compitan con la producción de empresas estadounidenses y que a la vez satisfagan las demandas de productos de bajo costo de los consumidores de Estados Unidos.

Hasta aquí resumo mi columna de la semana pasada . Ahora, me interesa centrarme en los efectos del relanzamiento de la Doctrina Monroe para la política interna de México y para la revisión del Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) que se llevará a cabo en 2026.

En primer lugar, cabe aclarar que la Estrategia de Seguridad Nacional es un documento que contiene una visión de América Latina como región y ciertos objetivos y líneas de acción para alcanzar dicha visión, pero eso no quiere que el gobierno de Trump contará con los recursos, las capacidades y la voluntad política para perseguir esos objetivos y ejecutar aquellas acciones. En buen mexicano: del dicho al hecho hay mucho trecho.

Aun así, el documento es muy preocupante para México en su condición de vecino de una potencia con ambiciones imperialistas. En algunos rubros, la publicación de la estrategia simplemente es la formalización de dinámicas que ya se venían gestando desde hace meses en la relación bilateral. Por ejemplo, el documento enfatiza la necesidad de que México continúe colaborando en la política migratoria de Washington, evitando que personas sin documentos crucen el territorio nacional y lleguen hasta la frontera norte.

De modo similar, la estrategia advierte que las “organizaciones narcoterroristas” son una amenaza a la seguridad nacional; los países latinoamericanos (incluido México) deben contribuir a la erradicación de esa amenaza y, si eso no es suficiente, Estados Unidos se reserva el derecho de utilizar la fuerza militar. Es decir, el gobierno estadounidense está formalizando en un documento del más alto nivel las amenazas de Trump y su círculo cercano de intervenir militarmente para combatir a las organizaciones delictivas en territorio latinoamericano (o mexicano).

Esto quiere decir que, durante toda la gestión de Trump (que concluye a principios de 2029), el gobierno mexicano deberá lidiar con la posibilidad real de una intervención militar de Estados Unidos, la cual sería sumamente desestabilizadora para la política interna del país, para la relación bilateral y para la economía regional.

Por si fuera poco, para evitar que esta posibilidad se materialice, México deberá seguir subordinando su política de seguridad a los intereses estadounidenses. Como he explicado en otros textos , esta subordinación conlleva tres riesgos: (i) estallidos de violencia regionales (similares al de Sinaloa); (ii) que se combata el tráfico transnacional de drogas (que es lo que más preocupa a Estados Unidos) en vez del control territorial y la extracción violenta de las economías locales por parte del crimen organizado (que es lo que más afecta a la vida cotidiana de los mexicanos); y (iii) que se priorice la captura de “peces gordos” y su posterior entrega a Estados Unidos por encima del desmantelamiento de los regímenes criminales .

Por otra parte, la estrategia ratifica que para la administración Trump el comercio está vinculado a la seguridad nacional, lo que hace válido ligar los asuntos diplomáticos, económicos, de cooperación y de toda índole en sus relaciones bilaterales. Para México, esto significa que en la revisión del T-MEC no solamente se discutirán asuntos estrictamente relacionados al intercambio comercial. Más bien, Estados Unidos aprovechará para exigir a México concesiones en otros temas vinculados a política interna (buscar garantías, así sea informales, para empresas estadounidenses en áreas como licitaciones, el sector energético, el sector telecomunicaciones y falta de certidumbre jurídica), recursos naturales (agua, minerales estratégicos, energía, etc.), tecnología (adopción de avances tecnológicos estadounidenses y no chinos) y flujos de comercio e inversión de otros países (mejor registro de su origen, contención a la “triangulación comercial” de China y evitar que otros países usen los beneficios del T-MEC para vender productos en Estados Unidos).

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En suma, México enfrenta una de las coyunturas geopolíticas más complicadas que ha encarado en el último siglo: nuestro principal socio comercial y la potencia con la que compartimos miles de kilómetros de frontera está impulsando una agenda que buscará activamente que México se mantenga estrictamente alineado a sus intereses en términos económicos, de seguridad, de migración y de recursos naturales, pero sin ofrecer prácticamente nada a cambio.

En la nueva Doctrina Monroe hay muy pocas zanahorias y muchos garrotes. No se trata de una promesa de desarrollo y estabilidad a cambio de la sumisión y la cooperación; se trata de una promesa de subdesarrollo e integración desigual a cambio de la no agresión. Así de estrecho es el espacio de maniobra en el que debe moverse el gobierno de Sheinbaum para salir bien librado de esta coyuntura.

Nota del autor: Esta columna toma un descanso hasta enero. ¡Felices fiestas!

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Nota del editor: Jacques Coste es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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