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La nueva Doctrina Monroe y sus implicaciones para México (primera parte)

¿Qué implica la contención a China para América Latina y México? En primer lugar, el establecimiento del “Corolario Trump a la Doctrina Monroe”.
mar 09 diciembre 2025 06:02 AM
Manifestación migrantes
El documento debería preocuparnos seriamente, pues una declaración abierta de que el imperialismo estadounidense en América Latina se ha revigorizado, apunta Jacques Coste. (Foto: Omar Martínez Noyola/Cuartoscuro.)

La Casa Blanca publicó su Estrategia de Seguridad Nacional , la cual guiará la política exterior y las acciones geopolíticas de la administración Trump. El documento sorprende por su transparencia y su contundencia. Enarbola de manera abierta el imperialismo estadounidense y hace explícita la intención de aumentar el intervencionismo en América Latina.

La estrategia, en suma, es la formalización de lo que llamé “ nuevo imperialismo estadounidense ” en este y otros espacios desde que Trump regresó a la oficina oval. Se trata de una visión unilateralista del sistema internacional, en la que Estados Unidos parece ver a las normas y las instituciones internacionales más como un estorbo que como un apoyo a su dominio del sistema global. Por tanto, lejos de intentar construir un régimen de normas e instituciones estables para mantener la hegemonía estadounidense, la estrategia advierte que Washington deberá enfocarse en mantener su dominio geopolítico mediante acciones unilaterales guiadas por ganancias de corto plazo.

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La prioridad máxima del documento es China. La estrategia se puede entender como una serie de acciones para contener a Beijing en distintos frentes para así mantener la hegemonía estadounidense. No obstante, un aspecto sorprendente del documento es su énfasis en lo económico. A la administración Trump parece importarle la diplomacia sólo en tanto sirva como instrumento para mantener la supremacía de Washington en el sistema capitalista global. El viejo universalismo estadounidense, que postulaba que moldear a la mayor cantidad de gobiernos en el mundo a la imagen y semejanza de la democracia de EU sería benéfico para los intereses geopolíticos de Washington, parece haber quedado en el olvido.

Eso diferencia al momento geopolítico actual de la Guerra Fría. En ese período, como ha demostrado el historiador Odd Arne Westad , ambas superpotencias ofrecían un paradigma de modernidad diferente que consideraban universalmente aplicable y que incluía dimensiones políticas, ideológicas y materiales. En contraste, hoy la Casa Blanca declara abiertamente estar exclusivamente interesada en mantener la preeminencia económica global y asegurar un entorno propicio para el crecimiento de las empresas y el capital estadounidenses. Los medios militares y diplomáticos sirven a este fin y no algún ideal universal.

¿Qué implica la contención a China para América Latina y México? En primer lugar, el establecimiento del “Corolario Trump a la Doctrina Monroe”, el cual sostiene que: “Después de años de abandono, Estados Unidos volverá a reafirmar y hacer cumplir la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental y para proteger nuestro territorio y nuestro acceso a geografías clave en toda la región. Negaremos a competidores extrahemisféricos la capacidad de desplegar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales en nuestro hemisferio”.

Además, el documento deja ver que la Unión Americana recompensará a los países de la región que muestren su alineación con la Casa Blanca y someterá a los países disidentes a presiones económicas, diplomáticas y —como lo ha dejado ver la reciente escalada con Venezuela— quizá hasta militares. Además, Washington estará dispuesto a trabajar con gobiernos “no alineados” si comparten intereses (seguridad, nearshoring, contención de China, etc). El objetivo es hacer más costoso para cualquier país latinoamericano acercarse a potencias rivales.

La estrategia también plantea desmantelar la influencia de “competidores no hemisféricos” —es decir, China— en puertos, telecomunicaciones, energía, minerales críticos e infraestructura digital. Asimismo, ordena un mapeo estratégico regional liderado por el Consejo de Seguridad Nacional para identificar puntos sensibles donde Washington debe actuar para contener activamente a Beijing.

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De manera paralela, el documento manifiesta la necesidad de buscar una “reconfiguración comercial” de la región, por medio de incentivos y castigos para el nearshoring, la imposición de aranceles y la creación de cadenas de suministro diseñadas con base en los intereses y las necesidades de las empresas estadounidenses. Es decir, Washington pretende que América Latina —especialmente México— sea un espacio preferente para relocalizar cadenas de suministro pero con condiciones: reducir la triangulación comercial de China, menoscabar la influencia económica de Beijing en la región y producir bienes de bajo valor agregado que satisfagan las demandas de productos accesibles para empresas y consumidores estadounidenses pero que no representen una amenaza de competencia para los productos manufacturados en Estados Unidos.

Por si fuera poco, la estrategia ordena coordinar a todas las embajadas con el sector privado estadounidense, impulsar licitaciones de “contratos de fuente única” para empresas de EU, financiar proyectos para que gobiernos latinoamericanos elijan proveedores estadounidenses de infraestructura, energía y tecnología, y expulsar a compañías extranjeras que amenacen los intereses estadounidenses (léase, empresas chinas).

La siguiente semana analizaré las implicaciones directas de este documento para México y cómo sus disposiciones pueden afectar la revisión del T-MEC y la política interna de nuestro país. Sin embargo, el documento debería preocuparnos seriamente, pues una declaración abierta de que el imperialismo estadounidense en América Latina se ha revigorizado. Y, como bien sabemos los mexicanos, nunca es fácil ser vecino de un imperio.

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Nota del editor: Jacques Coste es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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