Primero fueron los súbitos asesinatos de los músicos colombianos Bayron Sánchez y Jorge Luis Herrera Lemos, conocidos en la escena musical por sus nombres artísticos: B-King (Sánchez) y Regio Clown (Herrera Lemos). La conmocionante desaparición de los artistas, quienes estaban de gira en la capital mexicana y se habían presentado la noche del 14 de septiembre en el club nocturno ElectroLab, en la alcaldía Álvaro Obregón, alertó al gobierno colombiano tras confirmarse su desaparición dos días más tarde, por la noche del 16 de septiembre.
#ColumnaInvitada | Crimen, visibilidad y riesgo digital

(Fotos: B-King y Regio Clown en Instagram)
El presidente colombiano, Gustavo Petro, había hecho un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum, solicitando apoyo y movilización en materia de seguridad para encontrar a los artistas colombianos, vistos por última vez en el gimnasio SmartFit, en el barrio de Polanco.
Fue en la mañana del 17 de septiembre que sus cuerpos fueron encontrados a 68 kilómetros de distancia, en el municipio de Cocotitlán, Estado de México. Junto con los restos, una narcomanta con un mensaje refiriendo a ciertos descontentos internos que desencadenó en un “ajuste de cuentas”. “Llegó LA FM esto va para chingarnos a encargados y vendedores VAMOS POR TODO”.
La presidenta calificó el suceso como “lamentable”, asegurando al Jefe de Estado colombiano atención inmediata y prioridad absoluta en las investigaciones correspondientes, llevada a cabo por la Fiscalía y el Gabinete de seguridad de la Ciudad de México. Por su parte, Petro se refirió a la tragedia vía X: “Asesinaron nuestra juventud en los Estados Unidos Mexicanos. Mafia internacional fortalecida por la estúpida política militar y prohibicionista, llamada “guerra contra las drogas”.
Y es que más allá de la agobiante realidad que envuelve a nuestro país, es el impacto global que la fuerza homogénea y corrosiva que los cárteles tiene por sobre los estados, proveyendo oportunidades laborales delictivas para combatir la marginalidad de mayorías. La crisis de seguridad que aqueja a América Latina se ha manifestado de formas similares: en Ecuador, mediante secuestros exprés y tomas a noticieros con mensajes autoritarios de dominio–que son tratados con toques de queda por la presidencia,–en Colombia con el reciente repunte guerrillero de las FARC tiroteando en vía pública, y en México, con un manejo omnipotente y clarividente de los cárteles, más interpuestos que nunca y por sobre un gobierno que poco ha podido hacer en los últimos años para debilitarlos, o al menos impedir el crecimiento acelerado de un crimen organizado que hoy se aloja en las zonas de alto poder adquisitivo y ataca a influencers locales y extranjeros, aparentemente enrollados directa o indirectamente con el crimen organizado de orden global.
No se cumplieron ni dos semanas, cuando el 29 de septiembre asesinaron al peluquero e influencer Miguel de la Mora, quien además de contar con 170,000 seguidores en redes, era co-propietario del salón de belleza Micky Hair, donde fue ejecutado en una ráfaga de balas por dos sujetos en motocicleta. El estilista había realizado una transferencia millonaria a una cuenta de Jalisco el mismo día de su muerte, la cual aún está siendo investigada, indagando en las relaciones que de la Mora podría haber tenido con el narco, al igual que ingresos alternos que le permitían vivir una vida ostentosa en Polanco y atender a personajes de la farándula mexicana como Natasha Dupeyrón, Ángela Aguilar y Kenia Os.
Más allá de los desafortunados ataques mortales y las cobranzas directas por parte de los cárteles, como preámbulo de lo que sigue, aviso mandamás, asombra la convergencia mediática entre el delito violento y los generadores de contenido, quienes parecieran estar exentos de cualquier ataque sistémico. La delgada línea entre la visibilidad en redes, el posteo diario, el emprendimiento creativo y el amasado de fortunas que insufla interés de todo tipo, extendiéndose en puntos geográficos donde existía una relativa calma, e incluso, una actividad comercial y vecina, además de ser Masaryk una importante zona diplomática donde abundan embajadas y consulados.
Van siendo comunes los casos de violencia en lugares impensados, hacia personajes igualmente impensados, situaciones inusitadas que se están normalizando a la misma velocidad en las que crecen los seguidores de los usuarios en redes.
Edwin Umaña, consultor en ciberseguridad por parte de la ESET Centroamérica, advirtió sobre los riesgos que enfrentan los influencers en entrevista con el periódico La Prensa : “Esa exposición constante los vuelve objetivos ideales para ataques como el ciberbullying, la suplantación de identidad o el robo de datos”, señaló. En situaciones más delicadas, el experto hizo ahínco en la huella digital que cada persona deja y que sirven como pistas para geolocalizar a una persona en sus recorridos diarios, como fue en el caso de Miguel de la Mora, de un perfil tan público que bastó con aguardar en su salida del salón de belleza donde laboraba.
El filósofo surcoreano-alemán, Byung-Chul Han, ha abordado a lo largo de los años la implicación ética que nos aqueja a todos los que formamos parte de esta hipermodernidad digital. En su libro Infocracia: La digitalización y la crisis de la democracia (2022), Han elabora en el acto voluntario y diario que va condicionando nuestra identidad digital, pero sobre todo trazando intenciones diarias en un espejismo de libertad de creación, cuando es en realidad un panóptico digital alimentado por nuestras propias interacciones. "La paradoja de la sociedad de la información es que las personas están atrapadas en la información. Ellas mismas se colocan los grilletes al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente", sentencia el autor.
Habría que preguntarse si es mayor el beneficio de estar en el ojo público, expuesto y con un alcance tan alto que, aunque sea en el mundo del entretenimiento, exista una probabilidad mayor de convertirte en víctima; daño colateral de una situación un tanto más social que política, a estas alturas. O daño directo, en todo caso, al pertenecer a un círculo selecto de una jerarquía de alto desplante adquisitivo, con vínculos más cercanos de los que uno podría creer, y por ende más peligro, como fueron los recientes casos de B-King, Regio Clown y Miguel de la Mora.
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Nota del editor: Patricio Acevedo Vinci es profesor del Tecnológico de Monterrey y maestro en Estudios de Medios por parte de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.