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El balance de un primer año entre la alta aprobación y los desafíos por venir

La aprobación de hoy de Claudia Sheinbaum no garantiza la del mañana. Quedan cinco años de gobierno en los que se pondrá a prueba esa narrativa.
vie 05 septiembre 2025 06:00 AM
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El riesgo para Sheinbaum no es el desgaste natural de cualquier gobierno, sino el contraste entre la esperanza que hoy despierta y la exigencia que inevitablemente crecerá con el paso del tiempo, apunta Luis Ruiz.

Con un nivel de aprobación que supera el 70% en varias encuestas, Claudia Sheinbaum llegó a su primer informe de gobierno con un capital político que no solo es muy destacable, sino que incluso supera el que en su momento llegó a tener Andrés Manuel López Obrador en sus primeros meses como presidente.

Lo anterior no es un dato menor. En un país donde las evaluaciones hacia los gobernantes suelen desgastarse rápido o tener variaciones muy inconsistentes, que la mandataria conserve el respaldo popular en sus primeros meses habla de una sintonía que conviene tener en cuenta.

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Desde mi perspectiva, la explicación parece estar en una mezcla de prioridades que, al menos en el discurso, parecen estar claras. Es decir, la apuesta por reforzar el sistema de salud pública, brindar apoyos sociales a los grupos más vulnerables y el impulso del nacionalismo, han sido elementos insignia de esta administración. A ello se suma un estilo de gestión que, si bien no evita confrontaciones, lo hace desde un tono que ha buscado establecer puentes con el sector empresarial, en especial con aquellas compañías locales interesadas que, desde su perspectiva, aún tienen mucha capacidad de invertir en sectores estratégicos. Esta combinación de atención a las dolencias sociales y pragmatismo económico parece su sello en este casi primer año de gobierno y, sin duda, su mejor arma frente a la percepción ciudadana.

“Vamos bien, pero vamos a ir mejor”, dijo Sheinbaum en su discurso. Independientemente de si los avances presentados en cifras durante ese discurso corresponden a una realidad uniforme, lo cierto es que ese optimismo se traduce en confianza para buena parte de la sociedad. Y es allí donde radica su principal activo político. Más que en los números duros, su fortaleza está en la idea de rumbo que transmite y en el optimismo que genera, aun cuando los resultados todavía están en construcción.

Pero la aprobación de hoy no garantiza la del mañana. Quedan cinco años de gobierno en los que se pondrá a prueba esa narrativa. Existen aún dudas respecto a decisiones polémicas que la han acompañado desde el inicio de su gobierno, como la elección y entrada en funciones de los nuevos integrantes del Poder Judicial, que para algunos sectores implica más un riesgo que un ejercicio pleno de democracias desarrolladas. También persisten las presiones externas. Estados Unidos ha marcado la agenda en temas como la lucha contra el narcotráfico, con costos económicos y políticos para México, y la renegociación del T-MEC es un reto más por venir para esta administración y su relación con el país vecino, en medio de muchas amenazas arancelarias.

La aprobación con la que Claudia Sheinbaum llega a su primer informe de gobierno es, sin duda, un activo político invaluable. Pero también es un tema frágil. Para muchos, su aprobación refleja más bien expectativas que resultados plenamente consolidados. Esto no significa ausencia de avances, sino que la percepción positiva se ha adelantado a la realidad de los hechos. Y si bien el optimismo social puede ser motor de legitimidad, también es combustible que se agota rápido si no se traduce en cambios tangibles.

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Lo que está en juego, en realidad, no es solo mantener altos niveles de aprobación, sino evitar que estos se conviertan en una burbuja que pueda explotar. La ciudadanía suele premiar con confianza inicial, pero también castiga cuando siente que las promesas se desdibujan frente a los retos estructurales, como el que sigue representando el sistema de salud. En ese sentido, el discurso de “vamos a ir mejor” deberá seguir por el terreno de los hechos.

El riesgo para Sheinbaum no es el desgaste natural de cualquier gobierno, sino el contraste entre la esperanza que hoy despierta y la exigencia que inevitablemente crecerá con el paso del tiempo. La popularidad abre puertas, pero la credibilidad solo se sostiene cuando los hechos la respaldan.

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Nota del editor: Luis Ruiz es consultor en comunicación estratégica corporativa y relaciones públicas. En los últimos años ha colaborado en el desarrollo de campañas de comunicación corporativa de compañías relevantes en el plano nacional y regional. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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