Mientras más cueritos, aguacate y salsa tenga un chicharrón falso --porque es de harina y no de puerco--, mejor preparado se dice que está. Esta es la imagen que un candidato a ministro eligió para tratar de hacerse del voto de la ciudadanía este primero de junio. “Dora la transformadora”, “la ministra del pueblo”, “tu amigo Rigo”, acompañado por lo general de la canción de “El sirenito” de Rigo Tovar, son algunas de las ofertas que se ofrecen en las campañas judiciales.
#Opidemia| Cuando las risas terminen… vendrá la realidad sobre el Poder Judicial

La primera sensación es de diversión. En el afán de llamar la atención en un proceso electoral en el que no se cuenta con recursos, que es altamente restrictivo y en el que el medio de difusión libre y abierto son las redes sociales se entiende que la apuesta de las candidatas y candidatos sea por lo estrafalario, valga decir, por lo grotesco, pintoresco, chocante. Entretenimiento mata el razonamiento y la contraargumentación.
El problema es que esta serie de acciones, de gracejadas, tendrán efectos, algunos inmediatos y otros en un plazo mayor, en una institución tan importante como lo es el Poder Judicial, que debe funcionar, nada más y nada menos, como un contrapeso al Ejecutivo y Legislativo, justo el punto medular que diferencia a una república de una monarquía.
Por eso es necesario comenzar a examinar los posibles impactos que tendrá la elección judicial: ¿qué vendrá cuando las risas terminen una vez que concluyan estas campañas, en poco menos de dos meses? Hay por lo menos cinco preocupaciones.
1. ¿En qué medida la elección judicial está contribuyendo a mejorar la imagen del Poder Judicial? Más bien el efecto pudiera ser el contrario, porque se están presentando dos formas de desprestigio. Por un lado, los futuros ministros/as, jueces/juezas y magistrados/as aparecen faltos de seriedad como para resolver asuntos de relevancia, en tanto que se comparan con un chicharrón falso, se adjudican apodos chistosos o hasta están tentados a bailar cada vez más ridículamente o hasta quitarse la ropa.
Pero eso no es todo. Por otro lado, han comenzado los ataques en contra de varios aspirantes, no se sabe si porque hay gente denunciante a la que realmente la mueve un afán de justicia o porque se trata de campaña negativa o sucia que bien pudiera generarse desde el cuarto de guerra de algún adversario. De por sí la gente no confía en la impartición de justicia en este país, y ahora las campañas judiciales no hacen más que ofrecer argumentos para sostener esa sensación.
2. ¿Hay garantía de que las campañas no están obligando a las candidaturas a empeñar su independencia judicial? En la liza electoral se sabe que los mensajes en redes sociales no son suficientes para ganar, se requiere del trabajo territorial, de contar con una estructura política que esté dispuesta a acudir a las urnas el domingo, preferentemente por la mañana. Novatos como son en esta área, los aspirantes están comprometiéndose con actores políticos y grupos para que echen a andar sus maquinarias en su favor. Sobre decir que no lo harán a manera de beneficencia.
3. ¿Las candidaturas están ofreciendo representación política? Desde el principio hay una confusión cuando a estas elecciones se les piensa como de representación. No hay nada más alejado de la impartición de justicia que un juez que defienda los intereses de una persona y no de otra. Justamente la idea de aplicar la ley es que quien lo hace debe ser imparcial. Con estos comicios se mezcla, de manera riesgosa, el papel técnico y contramayoritario que debería caracterizar a los jueces con uno de quien presenta y defiende un proyecto político.
4. Vacío temporal. Mientras se desarrolla la elección hay un limbo institucional, un vació en la justicia, porque hay quienes decidieron no pedir licencia para hacer campaña, y, por tanto, son funcionarios públicos distraídos haciéndola y usando los recursos con que cuentan, algunos, desde luego, públicos; así como también hay quienes decidieron solicitar licencia y, entonces, los múltiples casos que están bajo su examen están detenidos, estancados, en la ya de por sí lenta justicia mexicana.
5. ¿El país más democrático del mundo con una impartición de justicia débil? La presidenta Claudia Sheinbaum asegura que el país será el más democrático del planeta gracias a la elección judicial, pero quizá no sea en el que mejor se imparta justicia. La preocupación en la reforma judicial pareció centrarse más en el mero acto de votar y no en la consolidación del Estado de Derecho. Sin una impartición de justicia efectiva, sobre decirlo, es difícil hablar de una democracia.
6. ¿Cuántos votos se necesitan para declarar que la elección del primero de junio es legítima? Muchas preocupaciones más se agolpan, por lo pronto la mayor es que estas campañas insulsas están apenas comenzando. Preparemos palomitas, pues, mientras sea tiempo de risas. Después ya se verá.
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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.