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#Opidemia | Viejas élites en tiempos de la 4T

Yunes, Murat… son apellidos cuya permanencia en el tiempo da cuenta de un partido que apuesta a la consolidación en el poder más que a la construcción de canales más democráticos para el acceso a él.
lun 24 febrero 2025 06:03 AM
Toma protesta Presidente Nacional Morena-3
El camino queda acondicionado para que no haya ningún impedimento en caso de que Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO, quisiera ser candidato a la Presidencia en 2030, apunta Javier Rosiles Salas.

Lo que escandaliza de Morena no es su intención de lograr 10 millones de afiliados, emulando al otrora partido hegemónico, el PRI, sino su incapacidad para generar nuevos liderazgos y con ello nuevas élites que refresquen el panorama político en todo el país. El contrasentido irrita a muchos, incluso dentro de sus filas: se habla de un nuevo régimen, de una Cuarta Transformación, sin un recambio en las cúpulas.

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Los Yunes, los Murat… son apellidos cuya permanencia en el tiempo da cuenta de un partido que le apuesta a la consolidación en el poder más que a la construcción de canales más democráticos para el acceso a él. Las bases oficialistas están inconformes, pero los acuerdos cupulares hacen pensar que vale la pena la incomodidad mediática, que siempre es temporal.

La discusión de fondo tiene que ver con qué tipo de élite está configurando el oficialismo morenista. Queda claro que se trata de una más tradicional que emergente, más consuetudinaria que rozagante. De ahí la sensación de un partido que parece que se fagocitó al PRI, al PRD y hasta parte del PAN.

Ya no queda duda de que el proceso de democratización en México no fue lineal, sino que pudiera tener retrocesos. El riesgo es que la democracia mexicana, especialmente en el ámbito subnacional, esté siendo conducida por grupos políticos del pasado, con tintes autoritarios, que se saltaron el proceso de transición democrática.

En este marco, la presidenta Claudia Sheinbaum ha enviado al Senado de la República una iniciativa de reforma constitucional en la que se plantea desaparecer la reelección y terminar con el nepotismo. Hay aquí una toma de posición sobre cómo se han venido estructurando las élites en los últimos años.

Sobre la reelección, la propuesta afirma: “Lejos de fomentar la cercanía de los servidores públicos con las demandas sociales, la reelección consecutiva distorsionó el principio de representación política, pues permitió que ciertas élites se perpetúen en el poder y mantengan el control de cargos públicos estratégicos para avanzar sus propios intereses”.

El problema es que la aprobación de la reforma no resolverá el hecho de que las élites se perpetúen en el poder cuando es el propio partido oficial el que les da cabida en un arreglo pragmático que privilegia más los intereses privados que los de la colectividad.

Sobre el combate al nepotismo también cabe cuestionar qué tan real es la intención de erradicarlo. En la iniciativa se puede leer lo siguiente:

“Se propone que no podrá ser diputada o diputado, senadora o senador, presidenta o presidente de la República, gobernadora o gobernador, diputada o diputado local, presidenta o presidente municipal, regidora o regidor, síndica o síndico, jefa o jefe de Gobierno, alcaldesa o alcalde o concejal, la persona que tenga o haya tenido en los últimos tres años anteriores al día de la elección un vínculo de matrimonio o concubinato o relación de pareja, o de parentesco por consanguinidad o civil en línea recta sin limitación de grado y en línea colateral hasta el cuarto grado o de afinidad hasta el segundo grado, con la persona que está ejerciendo la titularidad de ese cargo”.

La pregunta es en qué medida hay una afectación real, con este plazo de tan sólo tres años, para quienes impulsan a sus familiares. Un primer elemento es que, de acuerdo con el transitorio segundo de la iniciativa, la prohibición de nepotismo electoral será aplicable a partir de los procesos electorales de 2027, tanto los federales como los locales.

Así que el camino queda acondicionado para que no haya ningún impedimento en caso de que Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO, quisiera ser candidato a la Presidencia en 2030. Como tampoco hay impedimento alguno para que los gobernadores de 16 estados en donde habrá comicios en 2027 puedan impulsar a algún familiar.

El caso más adelantado en ese sentido es el de San Luis Potosí, en donde la esposa del gobernador Ricardo Gallardo, la senadora Ruth González Silva, se perfila como la aspirante más fuerte a sucederlo.

El problema con las reformas que plantea en general el proyecto político de la Cuarta Transformación es que no hay una articulación entre lo que se plantea como problema y su solución.

¿La permanencia de una persona en un cargo por algún tiempo es necesariamente sinónimo de corrupción? ¿Si una persona ocupa un cargo sólo una vez se acabará con este lastre para el país?

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“Permitir la renovación y dinamismo que nuestra sociedad necesita, mediante ideas nuevas, enfoques frescos y perspectivas diversas, fundamentales para enfrentar los desafíos contemporáneos, es decir, se busca dar paso a las nuevas generaciones en la toma de decisiones”, se puede leer en la iniciativa de la presidenta Sheinbaum, firmada el pasado 5 de febrero.

La incorporación de los Yunes y los Murat a Morena permite prever que será una reforma más que estará en el papel, eso sí, de excelente calidad, pero que no aplicará en la realidad. Ojalá que me equivoque. El beneficio y la duda siempre se conceden.

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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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