El macabro hallazgo de un campo de exterminio en el rancho La Estanzuela, en Teuchitlán, Jalisco, sacude la conciencia nacional. Cientos de restos humanos, evidencia de la barbarie impune que azota a México, han salido a la luz. Pero, en lugar de exigir justicia, Claudia Sheinbaum y su gobierno hacen lo imposible por desviar la atención para que no se hable del tema y así proteger la imagen del obradorato en sus dos pisos.
Déjenlo en paz

Como si la brutalidad del crimen organizado no hubiera quedado en evidencia, Sheinbaum ha decidido que lo urgente no es esclarecer el horror de Jalisco, sino resguardar la imagen de su mentor, Andrés Manuel López Obrador. Para ella, hablar de la crisis de seguridad es un ataque al expresidente. Por eso, con una disciplina vergonzosa, su discurso se ha convertido en una muralla de excusas y cortinas de humo.
La consigna es clara, y así lo dijo literalmente durante una de sus conferencias matutinas: "Ya déjenlo en paz". No cuestionen su gobierno, no pregunten por los desaparecidos, no exijan respuestas sobre su fallida estrategia de seguridad ni sobre sus abrazos a criminales. Sheinbaum no quiere que hablemos del rancho del exterminio, de las víctimas que siguen sin justicia o de la complicidad de las autoridades. Para ella, el problema no es la violencia, sino el deterioro en la imagen de su líder político.
El centro de exterminio de Teuchitlán ha expuesto de manera brutal la inacción, las omisiones y el desdén de las autoridades de los tres órdenes de gobierno frente a la crisis de desapariciones en México, un problema que el gobierno de López Obrador minimizó y se empeñó en negar. El expresidente nunca quiso recibir a los colectivos de madres buscadoras, a pesar de que su sexenio tuvo el mayor número de desapariciones en la historia del país. López Obrador intentó realizar su propio censo e incluso obligó a renunciar a la comisionada nacional de búsqueda, Carla Quintana, quien se negó a entregarle el padrón de desaparecidos y advirtió que la intención era hacerlos desaparecer por segunda vez.
Durante la administración de López Obrador desaparecieron 54,000 personas, y en los pocos meses que lleva Sheinbaum en el gobierno, ya han desaparecido 6,000 más. Solo en el sexenio de López Obrador se localizaron 3,000 fosas clandestinas en 24 estados del país. Actualmente, 40 personas desaparecen cada día en México. Sin embargo, la única política pública conocida sigue siendo negar la gravedad de la crisis y buscar culpables, en especial si pertenecen a la oposición.
La autocensura de Sheinbaum en este tema es insultante. Un país democrático no puede permitir que la verdad sea silenciada en nombre de la lealtad política. El dolor de las familias no puede reducirse a limpiar la imagen de ningún político. México no necesita más encubrimientos; necesita respuestas.
Sheinbaum ha dejado claro que su prioridad no es llegar a la verdad de los hechos, sino proteger a cualquier costo el legado criminal de López Obrador. Pero los mexicanos no podemos aceptar que la impunidad se siga normalizando. La exigencia es una sola: justicia para las víctimas, no impunidad para el poder.
¿Déjenlo en paz? ¡No!
No merecen paz quienes entregan el país al crimen organizado, quienes se alían con delincuentes a costa de la tranquilidad de los ciudadanos, quienes maquillan cifras para ocultar la verdad. López Obrador no merece paz; merece ser llamado a rendir cuentas.
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