Publicidad
Publicidad

El efecto 'búmeran' en la cruzada de Trump contra el multilateralismo

El gobierno Trump ha generado (y esto es así desde su primer mandato) un cambio muy profundo en la interacción de Estados Unidos con las organizaciones internacionales.
mié 22 enero 2025 06:03 AM
Donald Trump
El gobierno de Trump debería comprender que la defensa de que Estados Unidos debe siempre ganar y tener la razón es un oxímoron en un mundo interconectado y competitivo, apunta Laura Zamudio González.

El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos ha incrementado la tensión e incertidumbre a nivel internacional, pues se advierte que esta vez está listo para emprender una cruzada feroz contra el sistema multilateral, pilar de la gobernanza global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Publicidad

Su enfoque unilateralista –“America first”-, su profunda desconfianza hacia las instituciones internacionales y su estilo de liderazgo impredecible y agresivo, combinado con una suerte de “pensamiento mágico”, caracterizado por la creencia en que declaraciones contundentes o decisiones simplistas pueden resolver problemas complejos, refuerza la idea de que Estados Unidos buscará alcanzar sus objetivos (nacionales o globales) sin necesidad de cooperar con otros, cuestionando, boicoteando y cancelando el trabajo de diversas organizaciones internacionales.

La aproximación combativa de Trump hacia el multilateralismo ha dejado bien claro en su discurso que defiende una postura maniquea: la notoria incapacidad de estas organizaciones para priorizar los intereses norteamericanos por sobre los intereses globales y, peor aún, su incapacidad para contener o contrapesar a China.

Desde esta perspectiva, Estados Unidos podría retirarse de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), porque ésta se ha convertido en una organización de cabildeo político dirigida por un grupo de expertos de izquierda pagada por los contribuyentes norteamericanos; de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) porque sus Estados miembros no cubren sus compromisos mínimos de gasto militar y dejan a EU una carga económica desproporcionada; de la Organización Mundial de Comercio (OMC) por su naturaleza injusta y no recíproca, incapaz de prevenir que China socave el libre comercio; de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su incompetencia y trato indulgente hacia China durante la crisis del Covid-19; y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por su internacionalismo intrusivo, que daña la soberanía, y por su actitud anti-israelí.

Efectivamente, el gobierno Trump ha generado (y esto es así desde su primer mandato) un cambio muy profundo en la interacción de Estados Unidos con las organizaciones internacionales. Al contrario de lo que sucedió tras la segunda posguerra, cuando Estados Unidos le apostó al multilateralismo y desplegó una compleja red de instituciones internacionales para sostener su hegemonía, hoy, Trump y sus luchadores por “America first” cuestionan dichas creaturas por su falta de relevancia y utilidad. De alguna forma y en algún momento, las organizaciones internacionales se han plantado contra su propio creador y amenazan con desatender sus intereses particulares. Trump no está dispuesto a tolerarlo.

Sin embargo, la decisión de abandonar o descuidar diversas organizaciones internacionales puede tener un efecto búmeran en la política exterior del país. China, su principal adversario estratégico, ha adoptado una política deliberada y decididamente proactiva en los foros multilaterales.

Además de crear nuevas instituciones internacionales como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (2015) y la Iniciativa de la Franja y la Ruta (2013) con las que abre canales de financiamiento multilateral alternativo para países del sur global en Asia, África y América Latina, o como la Organización de Cooperación de Shanghái (2001), que ofrece un modelo de seguridad regional en la lucha contra el terrorismo, China también ha incrementado su financiamiento en las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas, ha impulsado a su personal en puestos de liderazgo en más de 15 de sus agencias especializadas (incluyendo la Unión Internacional de Telecomunicaciones) y ha fortalecido sus iniciativas de cooperación desde el Departamento de Asuntos Sociales y Económicos.

Publicidad

Es decir que, al tiempo que Estados Unidos propone abandonar organizaciones de cooperación multilateral, China se apresta a ganar espacios y autoridad en esas mismas instancias de compleja anarquía organizada. Tal como sostienen Baumann, Haug and Weinlich en un número especial de la revista Global Policy (2024), China busca cambiar el equilibrio de poder dentro de las organizaciones internacionales y la posición de Trump al respecto podría ayudarle a conseguirlo.

En materia de política exterior, el gobierno de Trump debería tomar nota de esta situación y comprender que la defensa de que Estados Unidos debe siempre ganar y tener la razón es un oxímoron en un mundo interconectado y competitivo; disfuncional en un mundo densamente institucionalizado con organizaciones internacionales trabajando en red con múltiples actores y en múltiples escenarios. En suma, desestimar que todo ello puede tener efectos perversos y desestabilizadores para el mundo en su conjunto y para los Estados Unidos mismos.

____

Nota del editor: Laura Zamudio González es profesora e investigadora del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA), actualmente es titular de la Dirección de Formación y Gestión de lo Académico en la UIA. Escríbele a laura.zamudio@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Los hechos que a la sociedad mexicana nos interesan.

Publicidad

MGID recomienda

Publicidad