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El mayor riesgo de Trump es la incertidumbre

Para el presidente electo de Estados Unidos, ningún acuerdo es definitivo, por lo que todo está sujeto a constante negociación, según lo que él considere beneficioso para sus fines en cada momento.
mar 10 diciembre 2024 06:03 AM
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, asiste a una reunión con el presidente francés Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo de París como parte de las ceremonias para conmemorar la reapertura de la Catedral de Notre-Dame de París, cinco años y medio después de que un incendio devastara la obra maestra gótica, en París, Francia, el 7 de diciembre de 2024.
A Donald Trump le agrada demostrar su poder por el simple hecho de hacerlo. Muchas veces busca proyectar fortaleza y “lograr cosas espectaculares” frente a sus bases, y ya, nada más, ningún otro fin superior, apunta Jacques Coste.

Hay una gran disparidad de opiniones para evaluar a Claudia Sheinbaum por cómo ha lidiado con Donald Trump desde que ganó la elección presidencial de Estados Unidos. Mientras que algunos observadores la elogian, otros la cuestionan.

Lo mismo ocurre con las recomendaciones hacia el futuro. Algunos analistas argumentan que México debe asumir una posición de firmeza, pues Trump aprovecha para pisotear a sus rivales cuando éstos muestran debilidad. Otros observadores piensan que esa posición no es viable y, en cambio, recomiendan prudencia y cautela.

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La explicación de tantas disparidades es bien sencilla: Trump es impredecible y volátil. No hay una receta única para lidar con él. Por el contrario, lo que funcionó en el pasado puede fallar en el futuro, y lo que fue útil para el líder de cierto país puede resultar contraproducente para otro jefe de Estado.

Por eso, sostengo que uno de los mayores riesgos que implica Trump para el orden internacional y para México es la incertidumbre. Para el presidente electo de Estados Unidos, ningún acuerdo es definitivo, por lo que todo está sujeto a constante negociación, según lo que él considere beneficioso para sus fines en cada momento. Un día el T-MEC puede ser una herramienta útil para contrarrestar el poderío económico de China, pero al día siguiente el mismo tratado puede ser la llave que abre la puerta trasera a los flujos comerciales provenientes de Beijing y Shanghái.

Trump puede declarar que Justin Treadeau es un tipo formidable y, al día siguiente, decir en tono burlón que Canadá debería ser el estado número 51 de la Unión Americana. Un día puede expresar que México ha sido un gran socio en el combate de la “migración ilegal” y al día siguiente acusar al país de enviar deliberadamente a sus “criminales y enfermos mentales” para invadir Estados Unidos. Trump considera que las alianzas militares con Europa, Australia, Corea del Sur y Japón son estorbosas y costosas para Estados Unidos, pero eso no quita que se sienta con el poder de exigirles cuentas y demandar su colaboración.

Ése es Donald Trump, y algo que lo hace todavía más difícil de predecir es que sus decisiones no siempre están guiadas por principios racionales. No me refiero a principios abstractos como la libertad y la democracia, sino a consideraciones pragmáticas y estratégicas para impulsar la agenda de Estados Unidos en el mundo.

Sería falso decir que Trump jamás toma estas consideraciones en cuenta, pero no es exagerado aseverar que, en muchas ocasiones, Trump piensa antes en su beneficio personal y en el de su movimiento político que en el de su Estado en la arena internacional o el de su pueblo a nivel nacional. Además, a Trump le agrada demostrar su poder por el simple hecho de hacerlo. Muchas veces busca proyectar fortaleza y “lograr cosas espectaculares” frente a sus bases, y ya, nada más, ningún otro fin superior.

De ahí que debamos tomar en serio la amenaza de imponer aranceles a todos los productos provenientes de México. Quienes desestiman esta amenaza argumentan que la economía estadounidense saldría perdiendo si Estados Unidos impone aranceles a México y eso bastará para disuadir a Trump de tomar esta decisión. Puede ser que tengan razón, pero también es posible que la amenaza vaya en serio y que Trump esté dispuesto a pagar el costo político de imponer aranceles con tal de demostrar a sus bases que él sí es “duro con México” para que nuestro país “frene la migración ilegal y el tráfico de fentanilo”.

Otro escenario posible es que amenace constantemente con poner aranceles e incluso los establezca de manera temporal a determinados sectores en distintos momentos. Un caso hipotético: crecen los flujos migratorios en febrero, por lo que Trump impone un mes de aranceles altos al aguacate, a los automóviles y a las televisiones provenientes de México. Luego los retira y, ante sus bases, argumenta que la migración bajó (sea cierto o no) gracias a su dureza contra México.

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En este escenario, el golpe económico para México sería tremendo, mientras que para Estados Unidos sería moderado y Trump lograría una gran victoria mediática. Esta posibilidad de aranceles ocasionales e imprevistos está causando una enorme incertidumbre económica en México y puede romper el ritmo normal del comercio bilateral.

El gobierno de Sheinbaum tendrá que aprender a lidiar con esta incertidumbre y deberá ser capaz de responder rápido a los desplantes de Trump. Construir capacidades de reacción será esencial. A la par, el gobierno de México debe hacerse de aliados en el Congreso y en los estados. Los congresistas y actores políticos locales de los estados para los que el T-MEC es especialmente importante serán aliados invaluables para contener a Trump.

Finalmente, coincido con Blanca Heredia, Javier Tello, Ana Magaloni y Jesús Silva-Herzog : a Trump le agrada el espectáculo, cosa que el gobierno mexicano puede aprovechar para lanzar golpes mediáticos a fin de publicitar sus acciones en contra del tráfico de fentanilo y de la triangulación comercial de productos chinos, para así calmar los ánimos de Trump. En próximas entregas, reflexionaré sobre temas como migración y seguridad frente a la incertidumbre trumpista.

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Nota del editor: Jacques Coste ( @jacquescoste94 ) es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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